Sentarse a la caída de la tarde en la acera, junto al portal de la casa, a charlar y tomar la fresca, es una costumbre que ha pervivido desde los tiempos en que yo era pequeño pero con suficiente edad como para acordarme de ello. Sigue viva ahora mismo, cuando entre Internet, las noticias engañosas y las redes sociales nos han cambiado el mundo a la fuerza hasta volverlo irreconocible. Se ve que el calor del verano y las ganas de confraternizar de veras, sin una pantalla iluminada por medio, forman parte de algo muy asentado entre nosotros. Hace poco me llamaba la atención el ver a unos vecinos de punta en blanco, más elegantes ellas que ellos, como corresponde, sentados a la fresca en una calle de las más transitadas de Ciutadella de Menorca. En mallorquín –tengo que preguntar si en menorquín también– existe una expresión, «Aixo es per llogar cadiretes», que se aplica a los acontecimientos que vale la pena contemplar y procede de los tiempos, que llegaron hasta los de mi niñez, en el que en el Born de Palma era costumbre sentarse a ver pasear a la gente. Un empleado, supongo que municipal, alquilaba las sillas metálicas de tijera. Desaparecieron hace mucho pero el dicho sigue.

Leo que en el pueblo gaditano de Algar el alcalde ha puesto en marcha el procedimiento para solicitar a la Unesco que la tertulia a la fresca junto a la puerta sea declarada patrimonio inmaterial de la humanidad. La organización de las Naciones Unidas que se ocupa de la educación, la ciencia y la cultura dice que ese patrimonio no material incluye (cito de forma textual) prácticas y expresiones vivas heredadas de nuestros antepasados y transmitidas a nuestros descendientes como son las tradiciones orales, artes escénicas, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza y el universo, y saberes y técnicas vinculados a la artesanía tradicional. Es dudoso a cuáles de esos apartados se pueden acoger las charlas a la fresca pero está claro que la costumbre la hemos heredado de nuestros antepasados y ojalá que la sepamos transmitir a nuestros descendientes.

La noticia no aclara si el expediente que se ha enviado o se enviará a la Unesco se refiere sólo a Algar o incluye todos y cada uno de los pueblos de España –como debería ser, por otra parte–. Pocos lugares, salvo los más artificiales y masificados, carecen de esa salida a la calle cuando el sol afloja. Aunque no sé si la abundancia influye en la Unesco. Hay una página en Internet que dice que la siesta ha sido declarada patrimonio cultural de la humanidad pero lleva fecha de 2059, así que supongo que entra en el catálogo de las noticias falsas. Ojalá que el alcalde de Algar sea capaz de darse más prisa porque esperar más de treinta años puede desanimar incluso a los más asiduos a la tertulia a la fresca.