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Radio.

«Maite Acarreta, locutora del Centro Emisor del Atlántico propuesta para el Premio Ondas». Acarreta: «La radio obliga a leer, a enterarse de muchas cosas, a estar al corriente de lo que ocurre en el mundo; la cuña publicitaria exige un esfuerzo muy grande; creo que en televisión experimentaría algo parecido a lo de mis comienzos en la radio».

E

Educación.

«En nuestra provincia: 6.000 millones, para enseñanza pre-escolar y general básica; 150 millones para bachillerato unificado y polivalente; 2.000 millones para educación universitaria». «Próximas realizaciones, un Instituto Mixto en La Laguna y autorizar impartir 5º de bachillerato en La Orotava, Valverde y San Sebastián de La Gomera».

E

Fútbol.

«Se hallan virtualmente terminadas las gestiones para que se desplace a Tenerife, para disputar un amistoso con el equipo representativo, en los últimos días de este mes, el equipo argentino Chacarita Junior, actual líder del Campeonato Metropolitano de Argentina, revelación de fútbol bonaerense, superando a históricos como River, Boca, San Lorenzo...».

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Internacional.

«Grecia: los Coroneles amenazan con una Ley de periodistas». «Solo podrán ejercer la profesión aquellos autorizados por un Tribunal Especial nombrado por el Gobierno».

Juan Carlos I lleva un año fuera de España, quiere volver y quizá cuando lo logré varias cadenas estén emitiendo documentales y series acerca de él. Ese paso de la Zarzuela a la Teleserie es una forma de reinar después de abdicar.

No sabemos si hay mono al dejar un reinado y si es preciso pasar por un programa de deshabituación o por una clínica de desintoxicación porque los reyes son pocos y suelen morir en el cargo, pero sí que los profesionales y aventureros de la televisión lo pasan fatal cuando el medio los expulsa. Cuando se quedan sin cadena que los ate a la televisión son capaces de descender a niveles de Leticia Sabater por regresar unos segundos en el programa más inmundo de la emisora más infecta. El rey emérito lleva un año sin ofrecerse en televisión con imágenes nuevas y eso tiene que ser muy duro para una persona que durante años cerró cada día la programación delante de una bandera viva por el viento de levante a los sones del himno nacional.

Parece que Juan Carlos I va a frecuentar el territorio de la ficción y eso se presenta como novedad pero es donde más tiempo trabajó cuando estaba presente en la realidad por el ejercicio regio. Era un actor de poco registro, expresividad reducida y dicción accidentada, pero tenía buena planta. Daba una función navideña con un guion pobre y una realización primitiva, pero batía récords de audiencia en la retransmisión simultánea y unánime de las cadenas domesticadas. Cuando hacía teatro de calle algunas veces rompía la cuarta pared y el protocolo de los demás y eso le hacía cosechar bravos y minutos de oro en el telediario. El problema fue cuando la realidad irrumpió en la ficción como un elefante en una cacería. Sirvió para desencasillar al actor, pero también para destronar al rey que abdicó. Abdicar es ceder la corona, pero suena a emirato. El rey de España en el emirato de Abdicar.

Ahora el hombre quiere volver a la realidad –es decir, a la ficción– y se va a encontrar con ficciones que cuentan su realidad en televisión, el territorio en el que hizo su reinado mientras vivía como un rey.