Si tenemos o no que comer carne es una cuestión que nos podemos plantear cada día cuando nos sentamos a la mesa o cuando vamos al mercado a comprar. Esta pregunta aparentemente tan fácil se ha convertido en motivo de debate en muchos ámbitos e incluso en un problema político. Las respuestas son complejas, tienen que ver con muchos factores y, lo peor que podemos hacer, como en tantas otras cuestiones de nuestro mundo complejo, es esperar a que nos den una respuesta sencilla y en cuatro palabras.

Para empezar a responder a esta pregunta, la biología moderna nos recomienda siempre tratar de saber si la evolución de nuestra especie, o incluso la historia, nos ayudan. Y lo que sabemos de los orígenes de nuestra especie es que una de las razones de su éxito ha sido la posibilidad de alimentarse de fuentes muy diversas y que, en los momentos en que el Homo sapiens se formó como especie, sus poblaciones eran lo que llamamos cazadores-recolectores. Esto significa que la dieta humana, en los orígenes de la especie, incluía carne y pescado, frutas, verduras y granos. Este hecho es determinante para definir los mínimos que debe incluir la dieta humana: carbohidratos, proteínas, alguna grasa, vitaminas, minerales y, evidentemente, agua. Algunos de estos alimentos se encuentran más fácilmente en la carne y parecería que deberíamos deducir que comer carne parece recomendable, pero las cosas no son tan fáciles.

Estos últimos años se han hecho muchos estudios para tratar de saber la forma en que la alimentación afecta a nuestra salud. Sabemos, por ejemplo, que las personas con sobrepeso y obesidad aumentan en el mundo y eso les acaba creando problemas de salud. Ha habido estudios internacionales que concluyen que un exceso de consumo de carne, y sobre todo de carne procesada, puede producir un riesgo de cáncer. Del mismo modo, se recomienda no beber alcohol y reducir el azúcar y la sal de los alimentos, entre otros.

Hay otros factores que han ido apareciendo en nuestras discusiones y que tienen que ver con la forma en que se produce la comida. Sabemos que la producción de alimentos es un factor importante en la emisión de gases que producen el cambio climático; utiliza una gran cantidad de agua y puede contaminar las aguas. En particular, la producción de carne tiene efectos sobre el medio ambiente que quisiéramos reducir. Ha sido demostrado que los rumiantes, y sobre todo terneras y vacas, son muy ineficientes en la conversión de la proteína vegetal en animal. A estos argumentos se pueden añadir los de aquellas personas a quienes repugna que haya que sacrificar animales para alimentarse.

Cuando llegamos a este punto, alguien nos recuerda que la producción de alimentos es la mayor industria en nuestra casa y, en primer lugar, la industria cárnica. De hecho, en Catalunya, la carne de cerdo, los vinos y la fruta son tres productos alimenticios que tienen un gran valor en la exportación, y en ciertas zonas, por ejemplo de montaña, criar vacas u ovejas es una actividad tradicional difícil de sustituir. Y hay que recordar que es complicado seguir una dieta vegana estricta y que no es apropiada para jóvenes y niños. A todo esto hay que añadir que nuestra reacción frente a la comida es diferente por nuestra genética, nuestra edad o actividad física y nuestra cultura. Por tanto, la variedad en la oferta de alimentos es importante porque nos permite escoger lo que consideramos más apropiado para nosotros.

Todo ello comunica a los ciudadanos unos mensajes que pueden parecer contradictorios, y de hecho lo son cuando se plantean de forma absoluta. Lo que las autoridades sanitarias nos indican es que nos conviene no basar nuestra dieta en carnes rojas y procesadas, que no debemos excluirlas si las consumimos de forma moderada y que hay alternativas en otros tipos de carne y en el pescado. También nos dicen que hay dietas, como la mediterránea, que están mejor adaptadas a las necesidades personales y globales. Por otra parte, en Europa ya hace tiempo que se trabaja para buscar formas de producir nuestros alimentos para que tengan menos impacto sobre el medio ambiente y tratar a los animales de granja de forma más respetuosa. Y no debemos olvidar que tenemos que conseguir que poder elegir la comida que nos conviene sea posible para los europeos, pero también para toda la gente que vive en nuestro mundo.