En Internet y las redes sociales algunas veces también se obtienen buenas informaciones. Recientemente leí lo escrito por un experto en nutrición sobre la alimentación del enfermo de diabetes, no es que dijera nada muy nuevo, pues todas estas informaciones son bien conocidas por los afectados, pero no dejan de ser muy interesantes. Dice que existen cuatro alimentos que atentan muy diáfanamente contra la salud, son la papa (la canaria es la mejor del mundo) y el TAM, o sea, trigo, arroz y maíz. Añade que si evitáramos totalmente estos alimentos, nuestra salud mejoraría notablemente y no sería necesario la toma diaria de pastillas, pues ha realizado pruebas en pacientes durante un mínimo de 14 días y la glucosa en sangre se estabilizaba a las medias aconsejadas por los médicos, 83 de mínima y 110 la máxima. Dice que la única forma de mantener estos parámetros es eliminando estos alimentos y sus derivados de nuestro menú diario para siempre, así que, adiós al gofio para siempre.

En otro informe que leí en una página web especialista y, que me daría para muchos más comentarios, el Doctor Rekha Kumar, endocrinólogo de un importante Centro Médico de la ciudad de Nueva York, dice que según la forma en la que tomemos los alimentos, la situación del enfermo mejoraría notablemente. Recomienda también poner mucha atención tanto en el enfermo como en sus familias, de tal modo que todos estén tan bien informados que su cerebro sea un Espasa, como la enciclopedia o, como el personaje de la zarzuela La del Manojo de Rosas.

Todos los expertos a los que he recurrido o de los que he leído informes o comentarios basan sus estudios en luchar por la prevención de la enfermedad, descubrir cómo dañan ciertos alimentos la salud o inventar nuevos fármacos, pero ninguno habla de trabajar denodadamente para al menos intentar erradicar esta asesina silenciosa. Leo también, sin saber la fecha exacta de la publicación, que hay 472 millones de diabéticos en el mundo y que para 2030 se espera alcanzar la cifra de 700 millones. En Canarias las cifras son preocupantes, dos de cada diez personas tienen algún tipo de diabetes, la causa podría estar en el consumo de la papa y el gofio, dos alimentos que han sido esenciales para nuestra supervivencia en el pasado. Ríanse del COVID19, la diabetes triplica su mortandad.

Seguimos luchando para que alguien haga algo más que decirnos que lo importante es prevenir. Así que trabajaremos para alzar la voz y que los medios, profesionales y gestores nos escuchen y no se limiten a informar solo el 14 de noviembre, DÍA MUNDIAL DE LA DIABETES.

Mientras, continúo con la revisión de mi biografía que empecé a escribir en enero de 2019. Está acabada y a la espera de encontrar un patrocinador. En ella hablo de una intensa vida, de trabajo, de gente interesante a la que he conocido, de la familia, de mi aportación en diversos campos, del apoyo desinteresado a causas sociales en Santa Cruz, de Candelaria, dónde vivo y, especialmente, de la diabetes. Evidentemente está dedicado a la persona que más he querido en mi vida, mi esposa Paquita.

Hoy me despido reconociendo la gran labor de los profesionales del Hospital de la Candelaria, a dónde tuve que acudir para el seguimiento de una de mis dolencias. La celadora, que me acompañó hasta la puerta de la consulta de Oftalmología y después fue a buscarme. Las enfermeras, que incluso habiéndome equivocado en el día de la consulta, se esmeraron para que fuera atendido y no perder el seguimiento trimestral a mi afección visual. Eva, la que me hace las pruebas en los aparatos, un encanto de muchacha, guapa, profesional y toda delicadeza, incluso aguantó mis bromas y, eso que le dije que estaba hecha de una costilla mía. Soltó una carcajada tremenda. No todo el feminismo es igual, hay a quien no le importa un piropo respetuoso. Las administrativas de ventanilla, atentas y serviciales. Estuve rodeado de mujeres todo el tiempo. La doctora Gil, nueva para mí, se desvivió e incluso comentamos mi cruzada a favor de los enfermos de diabetes. Su opinión me la reservo. Con toda franqueza, a todas, mis gracias más sinceras, infinitas. CON DIOS.