La candidata de Los Verdes a la cancillería federal alemana, Annalena Baerbock, ha considerado necesario disculparse por utilizar la palabra «negro» en una entrevista que le hicieron.

Baerbock pronunció la palabra Neger, con la que se conocía en la época colonial a las personas de origen africano, en lugar del término más neutro schwarz, que denota ese color.

La dirigente ecologista se excusó por un vocablo que ella se había limitado a citar para denunciar en un debate organizado por la comunidad judía un incidente racista ocurrido en un centro educativo.

Según contó ella misma, en una escuela de su vecindario el maestro pidió a un estudiante que se inventase un relato en torno a esa palabra, a lo que el chico se negó por rechazar término tan despectivo. Lo cual le valió una reprimenda.

«El escolar se convirtió de pronto en culpable y no quien le había encargado ese ejercicio, algo que me sigue aún hoy perturbando», confesó Baerbock, quien explicó que ella se había limitado a «reproducir» ese vocablo para que se entendiese el contexto.

«Soy consciente del origen racista de esa palabra y de las heridas (psíquicas) que puede producir en las personas de ese color», añadió la líder de Los Verdes.

Ahora, cada vez que se la escucha en los servicios de noticias justificarse por ese incidente, en lugar de la palabra Neger, se oye un pitido.

Pitido similar al que se escucha en las emisiones radiofónicas o televisivas en inglés cada vez que alguien pronuncia una palabra considerada racista u obscena por los censores.

En inglés, pero también ahora en alemán, se emplea en su lugar sólo la letra inicial del vocablo en cuestión.

Así, por ejemplo, la letra ene –N-Wort”– o la efe (F-word) en el idioma de Shakespeare, quien al parecer nunca utilizó, sin embargo, la palabra correspondiente: fuck.

Hace también unos días, la candidata de los Verdes a presidir el Gobierno del land de Berlín tuvo igualmente que disculparse por confesar en una entrevista que lo que más le gustaba de niña era jugar a «gran jefe indio».

Esa joven política se sintió obligada a explicar que se trataba de «recuerdos infantiles irreflexivos». «Tengo todavía que aprender», reconoció.

¿Hasta qué grado de imbecilidad puede arrastrarnos la corrección política llevada al extremo?