Mucho antes de que el mundo estuviera gobernado por los emoji, las Siri, Alexa y compañía, el único habitante de este planeta digital era Clippy (o Clipper), un asistente creado por la compañía Microsoft para ayudar al usuario de programas como el tratamiento de textos Word a resolver sus dudas. Como su nombre indica, era un simpático clip que saltaba a la pantalla para saludar y ponerse a tu disposición. Era todo simpatía, pero en el mundo de las actualizaciones esto no es suficiente. Clippy tuvo una vida efímera. Solo aguantó cuatro años, desde el Windows 97 hasta XP de 2001 (sí, ya hace 20 años que el pobre nos dejó).

Clippy, el antiguo asistente de Microsoft.

Pero calma. Si la moda es capaz de resucitar periódicamente las hombreras y los pantalones de pata de elefante, también tenía que volver este ancestro de los dibujitos que se usan constantemente en las redes sociales y las charlas de Whatsapp. Aprovechando que el 17 de julio era el día mundial del emoji, la compañía fundada por Bill Gates planteó un reto a sus seguidores de Twitter. Si conseguían 20.000 likes lo devolvían a la vida para incorporarlo al nuevo paquete de emoticonos de Microsoft 365. Resultado: más de 174.000 me gusta a la publicación. Los boomers rejuvenecerán dos décadas cada vez que utilicen el Word.

Clips contra los nazis

El clip es una prueba más que incluso el objeto más pequeño puede contar la historia más grande. Es difícil saber con seguridad cuándo y dónde se empezó a fabricar, porque hay patentes vinculadas a este producto en lugares como Estados Unidos desde 1867. En el Reino Unido, en 1890, la Gem Manufacturing Company ya lo producía a millares, porque entonces ya se habían podido diseñar máquinas capaces de torcer el hierro con la precisión y delicadeza necesarias para darle forma redondeada.

Su diseño no es una cuestión menor y durante muchos años esto dio pie a confusiones. Se atribuía el invento del clip al noruego Johan Vaaler, nacido en 1866 y trabajador de la oficina de patentes Bryn, de la actual Oslo (en aquellos tiempos llamada Kristiania). Hasta bien entrado el siglo XX nadie se preocupó de comprobar cómo era el dibujo de su diseño y la sorpresa saltó al constatar que era rectangular y de forma un poco más simple que el convencional.

La cuestión es que el país escandinavo se consideraba cuna del clip y esta pequeña pieza de oficina tuvo su momento de gloria durante la Segunda Guerra Mundial. Noruega se había declarado neutral, pero esto no fue impedimento para que Hitler la invadiera el 9 de abril de 1940. El Tercer Reich quería controlar los puertos noruegos y asegurarse el suministro de hierro procedente de Suecia. La presencia nazi duró hasta el final de la guerra en Europa, en mayo de 1945.

Conscientes del desequilibrio de fuerzas, en vez de utilizar las armas, el pueblo noruego prefirió recurrir a las técnicas de lo que se denomina resistencia no violenta, término que se suele confundir con el pacifismo a pesar de no ser exactamente la misma cosa. Según algunos testigos de la época, un grupo de estudiantes decidió ponerse un clip en el ojal de la americana, como símbolo de unidad ante el enemigo. Al fin y al cabo un clip sirve para que los papeles no queden desperdigados. Parece que la moda se empezó a popularizar en pocos días.

Poco después, otros objetos sustituyeron el clip. Por ejemplo, se fabricaban pins con las monedas donde se veía la efigie del rey, Haakon VII. El monarca había abdicado para no tener que firmar la rendición ante los alemanes y prefirió exiliarse en Londres para no ser detenido. Durante los cinco años de ocupación su figura se convirtió en todo un símbolo y el anagrama H7 aparecía en todas partes, desde las joyas hasta la ropa. El compromiso con su pueblo explica la enorme popularidad que tenía –y aún tiene– la corona noruega en su país.

En cuanto al clip, perduró la idea de que la había creado Vaaler, en 1899. De hecho, el servicio de correos de Noruega en 1999 imprimió una serie de sellos para conmemorar el centenario de la patente, pero la imagen elegida fue la pieza convencional con doble U. Ahora toca reclamar un sello para Clippy, el regresado.