Peligrosa declaración la del líder del PP en el Congreso el 30 de junio, cuando justificó el golpe de Estado de 1936, que, en gran parte, desgraciadamente para la honrosa historia de Tenerife, se fraguó en la Comandancia General de Canarias en Santa Cruz de Tenerife.

Estaba viendo en directo por tve el Pleno del Congreso, cuando me costó creer lo que estaba oyendo al presidente del PP, que pretende ser candidato a la presidencia del Gobierno, un personaje que, sin el rigor más elemental, aseguró que la Guerra Civil fue la consecuencia de un enfrentamiento entre quienes querían la democracia sin ley (los republicanos) y quienes querían la ley sin democracia (los militares y civiles sublevados).

Cuando lo que resulta indiscutible es que las leyes aprobadas durante la II República emanaron de diputados elegidos libremente por unos ciudadanos que asistieron atónitos al pavoroso espectáculo del asalto por las armas al Gobierno para acabar con su legitimidad, y así sustituir ésta por la de militares y civiles sublevados, causa de la Guerra Civil, que ante la mirada hacia otro lado de las democracias europeas, dio la victoria a las tropas apoyadas por la Alemania nazi y la Italia fascista, lo que condujo a la imposición arbitraria de un Jefe de Estado al que nunca le tembló el pulso cuando ordenaba o firmaba sentencias de muerte hasta su fallecimiento natural.

Cierto es que el Gobierno de la II República cometió errores, en gran parte como consecuencia de su inestabilidad y luchas fratricidas, uno de ellos trasladar a Franco a Canarias y permitirle actuar a sus anchas, desoyendo las advertencias que desde Tenerife se le hacían sobre la actitud beligerante del comandante general hacia el Gobierno republicano que lo nombró.

De hecho, nada más llegar a Tenerife, Franco mantiene estrechos contactos con militares y civiles de toda España dispuestos al “alzamiento”, y más concretamente con el general Mola, “director-cabecilla” de la planificación de la rebelión militar, teniendo como principal enlace civil a su cuñado, Ramón Serrano Suñer, casado con su hermana Pilar, diputado de la CEDA y amigo personal de José Antonio Primo de Rivera, jefe nacional de la Falange. La CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) fue una coalición de partidos católicos y de derechas durante la II República.

Franco, para poner a prueba la obediencia y lealtad de los militares a sus órdenes, con el pretexto de preservar el orden público en las manifestaciones del Primero de mayo de 1936, ordenó la intervención militar como gesto de fuerza para cuestionar a la autoridad civil, responsable del orden público, mandando ocupar el centro del Puerto de la Cruz con militares de La Orotava, colocando ametralladoras en puntos estratégicos para ningunear a la autoridad civil. Lo mismo hizo en la curva de Gracia para impedir la bajada de ciudadanos desde La Laguna a los mítines en la Plaza de Toros.

Aprovechando las maniobras de la Armada española llegada el 4 de mayo de 1936 a Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, Franco y sus colaboradores sondean a los marinos, y el general Franco al vicealmirante Salas, intercambiando información sobre los preparativos de una sublevación militar.

Y a pesar de que en mayo de 1936 el director general de Seguridad, José Alonso Mallol, entrega a Azaña y Casares Quiroga una lista de 500 implicados en la conspiración «con la recomendación de que se proceda a su detención», nada se hace, y el complot golpista contra la II República continúa su curso, mientras fracasan unos dudosos intentos de atentados contra Franco en Tenerife y Las Palmas.

El 16 de julio de 1936, la Unión Militar Republicana Antifascista visita al ministro de la Guerra, Santiago Casares Quiroga, para informarle la inminencia de una rebelión militar; en la tarde del 17 de julio se subleva la guarnición de Melilla; el 18 de julio la guarnición de Tenerife asalta el Gobierno Civil, dimite Casares Quiroga y un avión lleva al general Franco desde de Gando a Tetuán para unirlo al Alzamiento nacional. Un golpe de estado militar en toda regla, señor Casado, entérese de la Historia.

*Autor de los libros

‘El médico de los pobres’ y

‘Diario y Cartas de la cárcel’