Se ha celebrado en las últimas semanas El Día del Orgullo de un montón de siglas que ya no entiendo, lo que antes era el orgullo gay y de lesbianas. Antes ensalzaban y alababan el salir del armario, pero ahora ya no quieren que se les reconozca por eso, de ahí seguramente la simplificación en el nombramiento. Aunque digan que queda mucho por hacer, creo que es claro y concluyente que han logrado lo que con tanto ahínco han perseguido durante años, el reconocimiento público y privado de sus propuestas con cuasi unanimidad de todos los frentes. Liberales, progresistas, conservadores o ultra izquierda cuelgan la bandera arco iris para que resplandezca en cualquier edificio público, organismo o empresa.

Otros sectores, sin embargo, estamos en lo que vulgarmente se conoce como: En la Luna de Valencia. Los enfermos de diabetes, esa diabólica enfermedad, no recibimos nada y ni mucho menos la misma atención. Doy gracias porque haya un nosotros, pues no estoy solo en esta particular cruzada. Mis allegados, colaboradores y amigos ayudan a difundir esta ardua lucha, reenviando mis comentarios a otros enfermos interesados o a familiares a los que interesa el tema. Mi sincero agradecimiento a todos, especialmente a Vicente, que tiene mucha capacidad para extender mis pensamientos a muchísima gente, por lo que nuestra hermandad progresa adecuadamente, como se decía en el colegio.

Pretendemos conocer la realidad de lo que se está haciendo por erradicar esta enfermedad, pues no nos conformamos con la palabra dicha hasta ahora, que sigan vendiendo que es debida a que un órgano de nuestro cuerpo impide acabar con ella y, que los tratamientos adecuados impiden su avance y por eso es muy importante centrarse en la prevención. Creemos que no es suficiente, la enfermedad progresa como una plaga y ya es una de las pandemias del siglo XXI. Si en menos de un año el covid-19 tiene varias vacunas y, al parecer, exitosas, ¿por qué no tiene el mismo avance la diabetes? Veladamente, desde la Organización Mundial de la Salud, afirman que esta enfermedad mata tres veces más que el coronavirus y, suponemos que no lo dicen públicamente por los enormes intereses creados que rodean este mal.

En cualquier caso, queremos saber qué pasa y por qué hay ese ocultismo generalizado. Cuando pase esta pandemia actual, decidiremos la forma de hacernos oír. No se trata de copiar a otras asociaciones, pues de ninguna manera podemos estar orgullosos de vivir con esta enfermedad, pero sí tenemos derecho a conocer cómo será nuestro futuro y el de las nuevas generaciones que desde muy pequeñas ya sufren sus estragos, que será de ellos cuando lleguen a mayores, si es que antes no han sufrido los estragos que convierten su cuerpo en un colador.

Mis camaradas y yo seguimos pidiendo información a todos los sanitarios que nos tratan, pero la respuesta es siempre la misma: la enfermedad no tiene cura, en la mayoría de los casos. Algunos se molestan o llegan a cabrearse por la pregunta, otros con cierta incontinencia nos tratan con destemplanza. Eso me hace recordar la estrofa de una folia que cantaba Juan Manuel Ramos cuando estaba en Los Sabandeños: “Al canario le cortaron el pico con una azada, parece que convenía que el canario no cantara”. A lo mejor tendríamos que montar una manifestación que salga desde la Plaza Weyler y baje por Castillo hasta la Plaza de La Candelaria y, leer allí un manifiesto pidiéndole protección y ayuda a la Virgen. Voy a madurar, escribiré el texto y la posible pancarta, el eslogan es fácil: “Erradicación ya”. Por supuesto invitaremos a todos los enfermos cuya situación física le permita seguirnos, aunque sea con muleta o bastón, silla de ruedas, andadora o patines, además, claro está, de la clase médica inconformista, que los hay y, las organizaciones defensoras de los pacientes. A todo aquel que quiera unirse.

Se trata de despertar conciencias y agilizar este estancamiento que crece sin que a nadie le importe. Tampoco podemos permitir la abulia e inconsistencia; con dinero, perseverancia y colaboración científica, todo tiene solución. Impliquemos a los grandes especialistas, químicos, biólogos médicos, farmacéuticos y, a las respectivas industrias que poseen los mejores adelantos técnicos. Me satisface que mi palabra cale. Mi cruzada no camina sola. Con Dios.