Hay que entender estas ínsulas baratarias. Somos tan especiales que como combustible de transición hacia un mundo de energías renovables –placas y molinillos por todos los rincones– hemos elegido el fuel más contaminante en vez del gas natural. Durante décadas seguiremos echando mierda por un tubo a la atmósfera. Y esa decisión fue tomada y aplaudida por los que se autodenominan defensores del medio ambiente.

Somos tan extraordinariamente originales que no nos gusta tener una actividad que factura cada año unos quince mil millones de euros. Unos dicen que el turismo es de “bajo” valor añadido, porque para llevar una bandeja con tres cervezas no hace falta ser ingeniero de caminos, canales y puertos. El sueño de los perroflautas es que en esta isla vayamos en bicicleta y comamos gofio amasado con caldo de pescado, cada uno con su finquita de papas. O sea, como era la vida de nuestros abuelos, pero en vez de con caciques con profesores universitarios. El criollismo progresista quiere, los lunes y los martes, que nos convirtamos en Singapur y, los miércoles y los jueves, en Sillicon Valley. Y mientras tanto a todas las grandes empresas tecnológicas que quieren abrir una sede en la Zona Especial Canaria les jodemos la vida y la paciencia hasta que se mandan a mudar hartitas.

En lo que llenamos los techos de paneles solares y plantamos hasta las macetas con bubangos y aguacateros –energía gratis y comida segura, ¿quién necesita más para vivir?– teníamos un negocio que estaba empezando a funcionar. Las grandes productoras cinematográficas han descubierto en Canarias un maravilloso plató natural. Las islas tienen muchísimas horas de luz y todo tipo de escenarios, desde dunas del desierto a selvas prehistóricas. Es verdad que quedan donde el diablo perdió el rabo, pero para eso están las exenciones fiscales que se ofrecían como cebo a los que decidían venir aquí para rodar una película.

Una actividad industrial, tecnológica, que requiere personal cualificado… Demasiado bueno para ser cierto. Hasta las bandejas se pusieron a temblar. Pero lo que el destino te da, Madrid siempre te lo quita. Hay otras comunidades y otras grandes empresas que están de las ayudas a Canarias hasta la mismísima cofia. Y resulta que el Gobierno de Pedro el Magnánimo ha decidido recortar por aquí y subir por allá. O sea, lo mismo que una falda, pero con Canarias en la parte del trasero. A nosotros nos dan algo menos y a las producciones peninsulares algo más, con lo que las diferencias se acortan. Excepto las nuestras, porque seguimos estando en la quinta puñeta.

El nuevo plan estratégico de Canarias –lo están peinando– planteará el autoabastecimiento agrario (nacionalizando Fuente Alta y Firgas para regar los riscos) y la obligación de consumir productos canarios aunque cuesten diez veces más que los importados. Como no importaremos nada, tampoco exportaremos. Modelo Juan Palomo, yo me lo guiso yo me lo como. Los guiris fuera, a patadas. Tumbamos los hoteles. Playas salvajes y vírgenes todas para nosotros, menos El Médano, porque la nueva clase dirigente tiene allí sus casitas. O sea.

El Recorte

Un espectáculo

La salida de los presos del procés indultados fue todo un espectáculo montado a mayor gloria del soberanismo catalán. Bien empieza la segunda parte de la cosa. A las puertas de la prisión de Lledoners estaba la plana mayor del Gobierno de Cataluña, con Pere Aragonés al frente, y la presidenta del Parlamento, Laura Borrás. Los presos desafinaron cantando El Segador, en un emocionante momento de exaltación nacional, mientras el público congregado ondeaba ‘esteladas’ y banderas de la defensa de Barcelona en 1714. Los presos liberados llevaban, a su vez, carteles de Freedom for Catalonia (Libertad para Cataluña). Mientras tanto, al Gobierno español le caía la del pulpo, con el ataque de histeria que le ha entrado a la oposición conservadora y las críticas de una parte importante de los medios de comunicación. El “gesto por la concordia” de Pedro Sánchez, de momento, no ha dado muy buenos resultados. Los presos aseguraron, al salir, que el Tribunal Supremo español es el Guantánamo de Europa y que no hay ningún indulto que pueda silenciar al pueblo. Ni un paso atrás en el camino de la independencia y la libertad de la república catalana independiente. ¿Qué ha cambiado? Realmente nada. España iba a sufrir un revolcón judicial en Europa y se ha adelantado liberando a los presos políticos (esa es la interpretación de algunos analistas y de los propios soberanistas) y la sensación es que la polémica medida adoptada por Moncloa no ha suavizado el lenguaje radical del bloque independentista. Está por ver si eso es solo una ‘pose’ política ante su electorado (porque existe un acuerdo subterráneo con Madrid) o si las tensiones soberanistas vuelven a estallar. Lo veremos en muy poco tiempo.