Sostener que los indultos contribuyen a desbloquear la situación catalana -en el día a día Cataluña sigue funcionando como siempre, sin duda su cuerpo social no para-, más que un propósito es un acto mágico-animista, inspiración, configuración de un anhelo, wishfull thinking. Es ir con una sola carta contra toda la baraja, con una sola “idea/interés personal” contra un conjunto articulado de elementos objetivos, subjetivos, empíricos, que unidos a un elemento nuevo decisorio -la represión simbólica del delito, tras su reforma legal- que anime más de lo que ya están, a los Jordis para ir otra vez a la Audiencia Nacional (si la próxima vez tienen que ir), como los sandinistas entraron en Managua: henchidos de gloria.

Las desventuras de la mitad de la población discriminada se mantienen, una insólita, por única, discriminación europea. Esta anomalía es la reclama a gritos la actuación gubernamental.

Si Cataluña en su cotidianidad y actividades sigue funcionando a pesar de la tara de dos ciudadanías, la preeminente y relegada, no hay signos en la calle de crisis distinta, ni huelgas, ni calles fantasmales, ni revueltas ante los organismos nacionales, ni paisajes después de la batalla, choca la urgencia e imperiosa necesidad de conceder los indultos para “desbloquear la situación”. Se parte de una premisa falsa de toda falsedad: Cataluña en cuanto cuerpo socioeconómico y ámbito de actividades en absoluto está bloqueada. Si incluso ha constituido su gobierno la faramalla fanatizada de supremacistas, que suprimen derechos civiles de la mitad de sus conciudadanos.

Si no fuera por el desfile institucional de políticos, como Iceta, por la cárcel de los golpistas, en las calles catalanas se vive literalmente como si estuvieran o no en la cárcel, mientras la ley se cumple, aun con su repertorio de coacciones nacionalistas. Nada hay que desbloquear, luego se trata de crear un bloqueo (un mero artificio retórico, no semántico), entonces sí: uno primero para el otro después.

El estadista Rodríguez Zapatero, con su innata capacidad, también lo desbloqueó del todo: de aquella manera sulfúrica, de consecuencias corrosivas. Buenismo tontorrón y peligroso. El doctor Sánchez, es todavía mejor, ya convertido para el común en mero diagnóstico: vanidoso, ególatra, psicótico, psicópata, maníaco mentiroso, precisa del bloqueo para poder desbloquearlo, así que lo antepone como nudo a desatar, porque todo lo que hay que desbloquear es la “situación” (muy situación), ¿cómo? desbloqueándola. Se trata de un discurso o narrativa, que como enseñaron Foucault y Derrida, tienen su origen o autor (fundamental en ellos), que es Sánchez, que cual Ulises atado al sillón y orate ante el espejo, ajeno o elusivo a gobernar, se anima diciéndose: “Mi persona, ¡a por todas!”.