Dirigentes de la extrema derecha alemana están comprando tierras e inmuebles en la parte este del país, la antigua Alemania comunista, para desarrollar mejor desde allí sus actividades antidemocráticas.

No es que el fenómeno de la extrema derecha sea ni mucho menos exclusivo de Alemania oriental, pues hay también núcleos importantes en algunas ciudades del oeste, por ejemplo Dortmund, considerada hasta hace poco uno de sus baluartes.

Pero los ultras alemanes tratan de aprovechar para su causa el descontento de muchos ciudadanos germano-orientales con lo que perciben como trato desigual en cuanto a salarios y oportunidades de trabajo en relación con el oeste del país.

Y ello se traduce, por ejemplo, en el hecho de que en las pasadas elecciones de Sajonia-Anhalt, la xenófoba Alternativa para Alemania haya logrado situarse en segundo lugar por el número de votos detrás de los cristianodemócratas, pero muy por delante de todos los partidos progresistas.

Perseguidos por la policía y la justicia, algunos neonazis hasta hace poco activos en Dortmund han abandonado esa ciudad para probar su suerte en la parte este del país, que consideran más acogedora, informaba recientemente el diario Frankfurter Allgemeinter Zeitung.

Uno de sus destinos favoritos es Chemnitz, que durante la época comunista llevó el nombre de Karl-Marx- Stadt (ciudad de Karl Marx,), tercera en importancia del “land” de Sajonia tras Leipzig y Dresde.

Allí un grupo de xenófobos violentos que responden al nombre de Kaotic Chemnitz movilizó en 2018 a la población local contra los inmigrantes después de que dos solicitantes de asilo hirieran de muerte a un cubano-americano.

En esa ciudad funciona una organización llamada Pro Chemnitz, cuyo fundador, el abogado Michael Kohlmann está bajo observación de la Oficina de Protección de la Constitución por supuestas actividades neonazis.

Según fuentes de esa oficina, los ultras llegados a Chemnitz de otras partes del país se integran rápidamente en las estructuras locales de la extrema derecha y se dedican en ciertos casos a adquirir propiedades.

Su idea, coincidente con la de los supremacistas estadounidenses, es que la “raza blanca” va camino de desaparecer por el efecto combinado de su bajo índice de natalidad y la creciente inmigración”, fenómenos que se proponen combatir.

Chemnitz ha perdido de hecho una quinta parte de los habitantes que tenía en el momento de la reunificación alemana. Los jóvenes intentan buscar trabajo en otros lugares que ofrecen más oportunidades laborales además de mejores salarios.

Sin embargo, muchos germano-orientales se quejan de que siempre se trate de identificar a esa parte del país con los movimientos de extrema derecha cuando éstos existen también en la parte oeste, como es el caso de Dortmund, donde los ultras se han manifestado siempre especialmente violentos.

Allí y en Waltrop, otra ciudad del mismo “land” germano-occidental, un neonazi asesinó el año 2000 a tres policías antes de suicidarse, y también en Dortmund otro nazi mató a puñaladas a un joven punk.

En esa última ciudad, trescientos neonazis atacaron el 1 de mayo de 2009 a los participantes en una manifestación de los sindicatos. Entre los atacantes estaba el individuo que diez años después mataría de un tiro a la cabeza al presidente del Gobierno de Kassel, quien se había distinguido por defender la política de inmigración de la canciller Angela Merkel.