El sábado pasado Cáritas celebró su Asamblea Ordinaria Anual. Más de 300 personas, representando a la totalidad de los agentes de la entidad, voluntarios y contratados, no solo aprobaron las cuentas y la gestión durante los años en los que la Pandemia ha tenido protagonismo, sino, y sobre todo, dibujaron las líneas estratégicas hacia las que dirigir el servicio que estamos llamados a prestar a la sociedad.

«Tiempo de esperanza» fue el lema de la Asamblea. Y respondió a lo pretendido: no estamos en un tiempo para enarbolar la queja, aunque haya motivos, sino para sembrar esperanza. Los últimos y no atendidos seguirán siendo para Cáritas los primeros.

No me resisto a poner negro sobre blanco tres peticiones que la Asamblea hace a los representantes elegidos en las distintas administraciones públicas. Ahí van las tres peticiones a estar atentos a:

• «Los problemas asociados a la vulneración del derecho al trabajo y la vivienda, estableciendo medidas realistas que ofrezcan, en un futuro cercano, acceso a las mismas a las personas más necesitadas de nuestra sociedad, por la insuficiencia del empleo y los precios de las mismas.

• La realidad de las personas en situación de exclusión residencial extrema, tan poco visibilizada, tanto por su propia naturaleza como por la complejidad de sus causas y dificultad de la salida de ella.

• La situación de las personas mayores en soledad domiciliaria que, aun contando con medios personales de subsistencia, carecen de lo más importante como es la compañía, la ayuda puntual en las gestiones y el auxilio en situaciones de dificultad.»

Todo ello junto a una gratitud:

«Nuestro reconocimiento a las empresas, entidades y administraciones públicas que, a la vista de la necesidad y la labor que prestamos en Cáritas, han aumentado su esfuerzo, tanto en donaciones específicas como en subvenciones especiales, que ayudaron a paliar el incremento de las demandas en esta situación en la que el empleo se veía limitado y los compromisos financieros eran amortiguados por medidas temporales».

En el manifiesto final hay muchas otras cosas dichas que podremos leer en otros espacios. Creo que estos dos párrafos tienen la elocuencia que quisiera compartir con todos hoy. Cáritas existe porque existe la comunidad de los discípulos de Jesús, o sea, la Iglesia. Por eso siempre existirá aunque pudiera darse la hipótesis increíble de que los pobres dejen de existir. Siempre será necesario traducir en compasión, misericordia y amor la colaboración mutua. Siempre…

Hasta que no seamos una verdadera fraternidad universal, que habita conscientemente una creación considerada como Casa Común, quedará mucho por hacer. Por eso, siempre tendremos un reloj espiritual en el que se marque el tiempo de esperanza.