Tenerife tiene gafe. Hay algo que no termina de entenderse en los indicadores de contagios en nuestra isla que suponen el 75% de los casos que se registran en toda Canarias. Nadie es capaz de descubrir o de ofrecer luz sobre las causas de que en esta isla no se consiga doblegar la curva de contagios del coronavirus. La razón no está en el número de inmunizados, porque los datos de vacunación son similares a los de Las Palmas. Así que solo pueden explicarse por el descuido de la población en las medidas de autoprotección. Al final, lo que importa es que el fenómeno empieza a ser preocupante. Y que solo caben dos soluciones: endurecer las medidas de restricción y distanciamiento social o aumentar espectacularmente la vacunación para inmunizar al mayor número posible de personas. Lo primero sería una noticia catastrófica para muchos negocios de restauración y ocio y para la economía de nuestra isla. Pero es una de las alternativas que se están barajando por las autoridades sanitarias. Lo segundo se va a hacer —Sanidad quiere aumentar el ritmo de vacunaciones en las próximas semanas— pero llevará su tiempo. Así pues, nuestra isla se está dirigiendo hacia un aumento en las medidas de contención ante el contagio del coronavirus que van a ser catastróficas a nivel social y económico. Y que suponen ofrecer una pésima imagen ante el exterior. Para un territorio que vive del turismo, la noticia puede ser una carga de profundidad. Pero así están las cosas.