Antes de la ley Wert, la Lomce, que pronto será sustituida por la Lomloe, la ley Celaá, la filosofía estaba presente en 4º de ESO, donde se impartía Ética (Educación Ético-Cívica en los últimos años), Filosofía I, en 1º de Bachillerato, y Filosofía II, en realidad Historia de la Filosofía, en 2º de Bachillerato. Además existía la Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos en 2º de la ESO, materia que desapareció con la aplicación de la ley Wert, pero que en Canarias, con buen criterio, se siguió impartiendo en 3º como asignatura de libre configuración autonómica. La filosofía de 1º de Bachillerato se mantuvo como materia común y la Historia de la Filosofía quedó reducida a una optativa en el itinerario de Humanidades y Ciencias Sociales. Las reivindicaciones del gremio filosófico consiguieron que el Congreso de los Diputados acordara por unanimidad establecer un ciclo de tres cursos de presencia de la filosofía, con Ética en 4º de ESO, Filosofía en 1º de Bachillerato e Historia de la Filosofía en 2º de Bachillerato, todas con carácter obligatorio para la totalidad del alumnado en cada curso.

Como se ve, lo acordado no es sino que la filosofía vuelva a la situación en la que se encontraba antes de la ley Wert. Sin embargo, como ya se ha denunciado en varias ocasiones, el Gobierno no ha cumplido con el compromiso adquirido: la ministra Celaá se ha olvidado de manera vergonzosa del retorno de la Ética a 4º de la ESO. A mi juicio, la Ética, en tanto que reflexión filosófica sobre la moral, para que nadie se confunda, es fundamental en la enseñanza básica, para que todo el alumnado disponga de una mínima formación que le permita reflexionar de forma autónoma sobre qué valores y convicciones morales está dispuesto a asumir. Esto es algo que, en última instancia, le corresponde decidirlo al individuo en el fuero interno de su conciencia, pero el sistema educativo debe proporcionarle las herramientas necesarias (reflexivas, procedimentales, filosóficas), para poder llevar a cabo esa tarea en las mejores condiciones posibles, con la mayor libertad.

En lo que al Bachillerato se refiere, creo que, una vez más, se está perdiendo una gran oportunidad para actualizar la enseñanza de la filosofía. Y es que, tal como ha estado planteada desde hace décadas, resulta muy complicado mantener una mínima continuidad entre ambos niveles. Además, la materia de 2º queda reducida a un puñado de autores, lo que encorseta la asignatura y limita la autonomía del profesorado, siempre deseable y más si se trata de una disciplina cuyo sentido último no es otro que fomentar el pensamiento crítico. Es por ello que yo propondría, y así lo he venido defendiendo desde hace años en los foros filosóficos en los que alguna vez he participado, quitar la Historia de la Filosofía y trabajar en los dos cursos por bloques temáticos. Muy básicamente, un bloque introductorio y filosofía teórica en 1º, y filosofía práctica en 2º. Ello posibilitaría una mayor flexibilidad a la hora de elegir los autores a partir de los cuales abordar las distintas cuestiones, lo que permitiría, a su vez, la introducción de la filosofía de los siglos XX y XXI y de las filósofas en 2º de Bachillerato y en la EBAU, hoy, ya lo decíamos en nuestra última entrega, vergonzosamente ausentes.