Elena Livigni tenía 21 años y los mil proyectos e ilusiones de una joven de esa edad. Viajó con su novio a Eivissa para pasar tres días de vacaciones pero el hombre que la debía amar la empujó por el balcón de la habitación que habían alquilado en un cuarto piso de un hotel y la mató. Esto es lo que concluye la investigación de la Policía, que sostiene que después el asesino se suicidó arrojándose al vacío. El dolor y el silencio que deja cada feminicidio son insoportables. Las preguntas se agolpan en la cabeza, pero quedarán sin respuesta ya para siempre. ¿Qué ocurrió, Elena? ¿Se te encendió alguna alarma? ¿Intuiste el peligro que corrías al lado de ese hombre? ¿Intentaste huir? ¿Pediste ayuda? Chicas, por favor, huid como del diablo de los hombres celosos, posesivos, autoritarios, violentos, machistas, abusadores; de los hombres que te quieren aplastar, contener, asfixiar, limitar, menospreciar, enjaular, amordazar, destrozar, anular, aislar, controlar, someter, encadenar, humillar. Mujeres, hombres, por favor, abramos los ojos para ver las señales, para descubrir a esos maltratadores que andan sueltos, para alertar y ayudar a sus víctimas, para impedirles que sigan golpeando y matando a otras Elenas.