Podría escribir los versos más tristes esta tarde. He levantado la columna que tenía escrita hablando de no se qué otra cosa. Pero la actualidad manda. La búsqueda de las dos niñas desaparecidas terminó ayer de la peor manera posible. Allá abajo, en la blanda arena que lame el mar, en un sendero solo de pena y silencio, estaban los cuerpos de las dos niñas inocentes. Asesinadas por su padre. Asesinadas por un ser adulto, consciente, razonable, que hablaba con sus amigos, que un día amó a su madre.

No se me ocurre qué se puede decir. Hemos visto traicionadas todas nuestras esperanzas. Las de quienes pensamos que estábamos ante el caso de un padre que se había llevado a sus hijas muy lejos de aquí. Nunca pensamos que sería hasta el agua profunda. Nunca nos dimos cuenta que estábamos hablando de un monstruo.

No sé qué entrañas se pueden tener para acabar con la vida de dos pequeñas. No me lo explico. No existe nada que lo justifique. Ni el amor traicionado, ni la ira, ni la desesperación. Hay que ser muy miserable para matar a unas pobres niñas. Para meterlas en una bolsa. Para lanzarlas por la borda de tu barco, atadas a un peso. A un ancla, hasta el agua profunda.

Me dicen que el cadáver de ese tipo, de cuyo nombre me quiero olvidar lo más rápidamente posible, apareció al lado de sus niñas. Qué miserable. Como si quitarse su propia vida pusiera algún broche de dignidad al asesinato de unos seres inocentes. ¿Pero es que se podría vivir después de hacer algo así? ¿Qué tripas puede tener un ser humano que es capaz de hacer eso y comenzar una nueva vida en otro sitio como si no hubiera pasado nada? El suicidio del asesino no compra ni un gramo de razón.

Antes de ayer, por la mañana, la madre de las niñas seguía confiando en que sus pequeñas estaban vivas. Que su ex pareja se las había llevado en un arrebato machista. Pero no. Qué pena más grande. El tipo del que todos hablábamos era un asesino de la peor especie.

Toda la isla, toda Canarias, todo quien se haya acercado a este caso estará hoy sumido en el dolor y en la tristeza. Tendremos que escuchar —con toda la razón del mundo— a quienes dirán que el hombre, el macho, es un asesino en potencia. Un ser descerebrado que es capaz de hacer lo peor, llevado por sus testículos y su tendencia a la violencia. ¿Y saben lo peor? Que quienes seamos hombres tenderemos que agachar la mirada y mordernos la lengua. Porque tendrán toda la razón del mundo.

Lo siento por esa madre, esa joven madre: Hay dolores de los que uno no se recupera en toda su vida. Lo siento por toda la familia de esas pobres niñas. Y por ellas. Por esos dos pobres cuerpecitos que encontraron en el fondo.

EL RECORTE

Miserable asesino

Es difícil encontrar palabras. No sé las veces que dije que el caso de las dos niñas desaparecidas era el de un padre desesperado que se las llevó porque su ex exposa, la madre de las pequeñas, quería empezar una nueva vida lejos de aquí. Que se las había llevado porque las quería. Que era un arrebato machista. No sé las veces que argumenté que todo el mundo decía que el padre adoraba a sus hijas y que sería incapaz de hacerles daño. No sé las veces que intenté convencer y convencerme de no estábamos ante otro caso en el que un ser humano se convierte en un ser tan miserable que es capaz de acabar con la vida de unos niños inocentes. Me es indiferente que ese tipo deleznable, cobarde, que ha asesinado a dos criaturas, se haya quitado la vida. Me da vergüenza que ese tipo pertenezca a la especie humana, al sexo masculino y a la sociedad canaria. Se me retuercen las tripas pensando en el miedo que habrán sentido esas pobres niñas. En el dolor desgarrador que están sufriendo hoy su madre, sus abuelos y su familia. En la pena que padecerán para toda la vida los allegados de ese monstruo. No sé si estará en el fondo del mar o se habrá escapado a algún país al otro lado del mundo. Desconozco si quien es capaz de matar a dos pequeños ángeles inocentes es capaz de seguir viviendo . Pero, vivo o muerto es un miserable. Es un ser indigno de haber sido padre. Me avergüenzo de pertenecer a esta especie de monos asesinos.