No enciendan los voladores. El reseteo del turismo en Canarias está navegando hacia los afilados arrecifes de una realidad que nos persigue desde hace muchos años. Para cualquier turista peninsular darse un viaje a Canarias supone un serio asalto al bolsillo. Unos 1.600 euros le costarían solo los billetes a una familia de cuatro miembros. Una clavada lo suficientemente importante como para mandar un clarísimo mensaje: mejor se van a otro sitio

Hemos sido incapaces de articular un sistema eficiente para el transporte aéreo entre el archipiélago y el resto de nuestro país. Los residentes canarios tienen una subvención del 75% del precio de los billetes, pero el resto de los ciudadanos españoles no. Y eso, para una comunidad que aspira a tener casi dos millones de turistas peninsulares, es un disparate. Porque la tendencia de los mercados mal intervenidos es la ineficacia. Las compañías aéreas, con los años, han ido subiendo las tarifas —aumentando sus márgenes de beneficio— en un movimiento inducido por el precio final subvencionado. O sea, reducido y falso. Y eso, para los que pagan la tarifa “real”, inflada como un tamboril, supone un palo a la cartera.

Es un clásico. Viajar de Canarias a Londres es más barato que ir a Madrid. Y saltar el Atlántico, de Madrid a Nueva York, más barato a veces que venir a Canarias. El que lo entienda que lo compre.

Nos hemos gastado unos cuantos millones en una campaña de promoción de nuestras islas para captar turismo peninsular. Una campaña perfectamente inútil dedicada a unos novecientos mil viajeros que este verano, muy probablemente en gran número, decidirán no venir. Y Gran Bretaña, al final, no nos ha levantado el veto sanitario. Dos pésimas noticias. (Y los contagios, que suben, la tercera). ¿Y qué hace nuestro gobierno para tapar esos agujeros? Una ocurrencia. Un bono turístico canario, para quien tenga dinero.

Si usted se compra un bono de cien euros para gastar en un hotel de las islas, el gobierno autonómico le añadirá otros cien. Una medida estupenda y “muy social”. Muy progresiva. Los de vacaciones pobres sacarán un bono de 50 euros para la pensión “La Jeringada”. Y los que tengan más recursos uno de 500 para el hotel. Cuanto más dinero tengas, más dinero te darán los fondos públicos. O sea, al revés del pepino.

Los 16 millones del bono para ricos se van a sacar de los 80 millones en ayudas para el sector turístico, que estaban muertos de risa y sin tramitar. De los 84 millones aprobados para autónomos y pymes, solo se han podido pagar 22 millones. La excusa, ahora, para no haber agotado estas “ayudas urgentes” será que es mejor volcarse “a saco” en los mil cien millones que han venido de Madrid. Una milonga. La realidad es que no los pudieron gestionar rápidamente.

Quienes anunciaron que tendríamos un gran verano turístico empiezan a recoger velas. Si no hay turismo peninsular, ni británico y encima no hay ayudas, muchas empresas canarias no llegarán vivas a la temporada de invierno. Esto va viento en proa.

EL RECORTE

¿Durmiendo con su enemigo?

Corre la tinta, en los mentideros políticos, de que está en marcha un proyecto del que nadie ha visto aún las primeras plumas. Dicen que las relaciones entre Nueva Canarias y algunos líderes de Ciudadanos en Tenerife pueden terminar en marcha nupcial. Y que todo empezó en aquella comida en La Gioconda, entre Román Rodríguez y Carmelo Ramírez, por Nueva Canarias, y Enrique Arriaga y Ruymán Santana, del partido naranja. Los nacionalistas siempre han buscado tener en esta isla un liderazgo con proyección política. Alguien que les aportara la posibilidad de crear una estructura capaz de competir con los de Coalición. Y parece que podrían haberlo encontrado en Arriaga. Ninguno de los dos partidos quiere perder el tren (ni el de la política ni el otro) y si Ciudadanos se acaba disolviendo -que es la pinta que tiene, para qué nos vamos a engañar- a Román Rodríguez le vendría de maravilla aprovechar el capital político del actual vicepresidente del Cabildo y los cuadros orgánicos que está nombrando en el partido, como quien no quiere la cosa, y que trabajan en la estructura insular, bajo su control. Nueva Canarias desembarcaría por primera vez en el espacio electoral tinerfeño con una alternativa capaz de hacerle pupa a sus adversarios de CC y A sus actuales aliados socialistas. Esto último no debe hacerle demasiada gracia a Pedro Martín, el presidente del Cabildo, que ya está bastante mosqueado e incómodo -dicen- por lo que consideran en su partido “una agresión”. O sea, la que le ha liado al PSOE en La Laguna el concejal de Ciudadanos, Alfredo Gómez, presentando una macro denuncia en los juzgados contra el actual equipo de gobierno (y dicen que aún tiene más cargas de profundidad preparadas). Aún estamos a mitad del Belén, pero los peces en el río beben y beben y vuelven a beber y les están saliendo unos dientes que da miedo verlos.