En el PSOE de Pedro Sánchez, el silencio no es rentable: Ángel Víctor Torres pudo haber evitado entrar en el debate sobre los indultos, o realizar alguna declaración inocua, escasamente comprometida, más cercana al sentir de la ciudadanía de las islas, pero optó por un cerrado apoyo a la posición de Sánchez, favorable a los indultos del procés. No es que yo sea precisamente un gran conocedor del presidente canario –un hombre básicamente poliédrico, como suelen serlo la mayoría de los políticos de éxito–, pero sí conozco su posición sobre los indultos, porque hablamos de ella hace unos meses, y no era entonces favorable a aplicar la medida de gracia a los presos catalanes. No sé si ha cambiado de posición –y eso sería perfectamente legítimo– o ha optado por sintonizar públicamente con su jefe. La lealtad al mando no implica necesariamente una posición de sometimiento a la jerarquía. Puede incluso llegar a ser una cualidad. Pero la cuestión en su caso no es que haya cambiado de criterio, o haya decidido adaptarse a la posición de Sánchez, la cuestión es que el discurso que acompaña su apoyo a los indultos nos toma por idiotas.

«Quiero paz y concordia y no un país en permanente conflicto», ha dicho AVT para explicar su apoyo a la medida. Yo también quiero paz y concordia y no un país en permanente conflicto. Lo que no sé es en que colaboran los indultos para lograr un país en permanente conflicto. De momento, sin que se haya producido el más mínimo mensaje de pacificación desde el secesionismo (más bien ha ocurrido lo contrario), la propuesta de indultar a los presos lo pidan o no, se arrepientan o no, y sigan decididos o no a reincidir, lo que ha hecho es agravar la división y el conflicto, no ayudar a que haya paz y concordia. AVT ha declarado también que apoya «absolutamente» al Gobierno Sánchez porque quiere «paz y concordia». Me gustaría que nos explicara en qué apoya AVT «absolutamente» al Gobierno Sánchez, cuando el Gobierno aún no ha dicho qué indulto es el que piensa plantear, en qué condiciones, con qué limitaciones. O sabe más de lo que sabemos el resto de los españoles, o AVT está dispuesto a apoyar a Sánchez haga lo que haga.

Después AVT asegura que esto es un conflicto político y debe por tanto ser resuelto políticamente. Es muy grave que diga eso: el indulto es una medida de gracia, regulada constitucionalmente y que se debe aplicar de acuerdo con las leyes. Los indultos no se usan para resolver conflictos políticos (sea adormecer al independentismo, o conseguir que mantenga su apoyo al gobierno), sino para resolver situaciones personales. Afirmar como hace AVT que el indulto es una decisión política y va a resolver un conflicto, implica admitir que la justicia es parte de ese conflicto, y que la política debe primar sobre la justicia. Empieza a resultar chocante la facilidad y ligereza con la que dirigentes demócratas se pasan la separación de poderes por el occipucio.

Podrá argüirse que todo eso es interpretable. Puede que lo sea, pero no lo es la flagrante contradicción entre abogar un día por el cumplimiento íntegro de las penas y después plantear el indulto incluso contra el criterio del Supremo. O decir –como ha hecho AVT– que gracias al comportamiento del PSOE el independentismo tiene hoy menos apoyo en Cataluña que cuando gobernaba el PP. Eso es falso. En las elecciones catalanas de 2017 –gobernando Rajoy, después del referéndum y de la aplicación del 155–, las tres fuerzas políticas independentistas sumaron el 47,5 por ciento de los votos. En las de 2021 lograron el 50,9 por ciento. Con el PSOE en el poder los secesionistas consiguieron –por primera vez– el apoyo mayoritario en unas elecciones. Decir otra cosa es faltar a la verdad.