Corre la tinta, en los mentideros políticos, de que está en marcha un proyecto del que nadie ha visto aún las primeras plumas. Dicen que las relaciones entre Nueva Canarias y algunos líderes de Ciudadanos en Tenerife pueden terminar en marcha nupcial. Y que todo empezó en aquella comida en La Gioconda, entre Román Rodríguez y Carmelo Ramírez, por Nueva Canarias, y Enrique Arriaga y Ruymán Santana, del partido naranja. Los nacionalistas siempre han buscado tener en esta isla un liderazgo con proyección política. Alguien que les aportara la posibilidad de crear una estructura capaz de competir con los de Coalición. Y parece que podrían haberlo encontrado en Arriaga. Ninguno de los dos partidos quiere perder el tren (ni el de la política ni el otro) y si Ciudadanos se acaba disolviendo —que es la pinta que tiene, para qué nos vamos a engañar— a Román Rodríguez le vendría de maravilla aprovechar el capital político del actual vicepresidente del Cabildo y los cuadros orgánicos que está nombrando en el partido, como quien no quiere la cosa, y que trabajan en la estructura insular, bajo su control. Nueva Canarias desembarcaría por primera vez en el espacio electoral tinerfeño con una alternativa capaz de hacerle pupa a sus adversarios de CC y A sus actuales aliados socialistas. Esto último no debe hacerle demasiada gracia a Pedro Martín, el presidente del Cabildo, que ya está bastante mosqueado e incómodo —dicen— por lo que consideran en su partido “una agresión”. O sea, la que le ha liado al PSOE en La Laguna el concejal de Ciudadanos, Alfredo Gómez, presentando una macro denuncia en los juzgados contra el actual equipo de gobierno (y dicen que aún tiene más cargas de profundidad preparadas). Aún estamos a mitad del Belén, pero los peces en el río beben y beben y vuelven a beber y les están saliendo unos dientes que da miedo verlos.