Hoy se celebra el Corpus Christi, que en latín significa «Cuerpo de Cristo». Es una fiesta dedicada a la eucaristía, el momento de la liturgia en el que se evoca la Santa Cena, cuando Jesús compartió el pan y el vino con sus discípulos. A pesar de ser una parte importante del ceremonial cristiano, Corpus no se convirtió en una fiesta reconocida hasta el siglo XIII. Durante la Edad Media surgieron corrientes teológicas que cuestionaban ciertos aspectos y el Vaticano hacía lo imposible para minimizarlas. Cualquiera que osaba ir más allá de lo que decía la jerarquía era acusado de hereje y se le perseguía.

‘La Última Cena’, de Leonardo da Vinci.

Fue en este contexto en el que algunos grupos ponían en duda la versión oficial de la Santa Cena. Discutían la verosimilitud del proceso llamado transubstanciación, esto es la conversión literal del pan y el vino en la carne y la sangre de Cristo. Para contrarrestar esa tendencia se creó la celebración de Corpus Christi, de carácter festivo y que recibió el empujón definitivo para popularizarse entre toda la comunidad cristiana cuando se produjo el milagro de Bolsena.

Huevos que bailan y hostias que sangran

En aquella pequeña localidad cercana a Roma, durante la celebración de la misa, un sacerdote que dudaba de la transubstanciación, justo en el momento de elevar la sagrada forma antes de hacer la comunión, se dio cuenta de que la Hostia presentaba lo que él interpretó como unas gotas de sangre. Lo entendió como una respuesta divina a sus vacilaciones. Al tener noticia de los hechos, el Papa Urbano IV hizo una bula para dar el impulso definitivo al Corpus, y celebrar la presencia de Jesucristo, en su propia sustancia, en la eucaristía.

Ahora bien, tal y como explica la bióloga y presidenta de la Asociación Catalana de Comunicación Científica Mercè Piqueras, lo que habría pasado es que el rojo habría sido causado por la presencia de la bacteria Serratia Marcescens, que cuando crece provoca el efecto visual de gotas de sangre por su color. En el siglo XIX, algunos investigadores ya plantearon esta hipótesis que se vio confirmada en 1994, cuando Johanna Cullen, de la universidad de Fairfax (EEUU), hizo un experimento reproduciendo las mismas condiciones que en Bolsena. Al cabo de 24 horas, la bacteria ya había hecho acto de aparición en las muestras.

Evidentemente, durante la Edad Media no había el conocimiento científico para saber todo esto y el día de Corpus tuvo mucho éxito. En la mayoría de lugares se empezaron a organizar procesiones pero en Barcelona, no se sabe exactamente por qué, además se decidió que sería una buena idea hacer bailar un huevo vacío en un surtidor.

Si algo hay que agradecer a la Iglesia es su metódica constancia de registrarlo todo y conservar los papeles. La primera prueba documental del huevo bailarín fecha de 1440. Según consta en la contabilidad de la catedral de Barcelona, además de destinar dinero para comprar flores para decorar el templo, también había una partida para adquirir unos cuantos huevos. A partir de entonces, la tradición también se empezó a celebrar en Manresa, Martorell, Igualada, Solsona, Tarragona, Arenys de Munt...

Lo que no hay manera de saber, al menos por el momento, es quién y por qué empezó hacer bailar los huevos. Algunas versiones sostienen que en Nápoles ya había una práctica similar. Otras rememoran los juegos con los surtidores de agua de los jardines andalusíes y los hay que se decantan por un origen bastante humilde: fue idea de unos trabajadores de la catedral y la cosa tuvo éxito.

Tampoco se sabe si se perseguía alguna finalidad haciendo bailar el huevo en un manantial generosamente decorado con flores frescas. Hay quien dice que es una alegoría a la sagrada forma, mientras que algunos creen que quiere representar un canto a la fertilidad primaveral.

Actualmente, la fiesta de Corpus ha perdido la significación religiosa que tenía anteriormente, pero la parte festiva continúa viva. De hecho, este año es la primera vez que en todos los distritos de Barcelona habrá al menos un lugar donde se puede ver ‘l’ou com balla’. Y esperamos que todos bailen sin romperse porque, según la tradición, eso es señal de buenos augurios. Y buena falta nos hace.