Pocas cosas hay tan absurdas como repartir la gente entre las ciencias y las letras. La Organización Mundial de la Salud lo ha demostrado una vez más al recurrir al alfabeto griego para bautizar las variantes de covid en vez de utilizar su procedencia geográfica, para evitar la estigmatización de los territorios. A partir de ahora, pues, en vez de variante británica se denominará variante alfa, la sudafricana será la beta, la brasileña la gamma y la india la delta. La OMS ha elegido este sistema porque es fácil de decir y recordar. Sin darse cuenta ha homenajeado a los fenicios, que hace 3.700 años inventaron el alfabeto.

Ruinas de la ciudad fenicia de Biblos.

Cuando la especie humana comenzó a escribir, primero utilizó sistemas pictográficos, es decir, dibujaba lo que quería contar. Progresivamente fueron evolucionando y dejaron paso a sistemas de escritura singulares, como los jeroglíficos egipcios. El problema es que se necesitaban muchos signos. Además, era difícil representar conceptos intangibles, ideas abstractas o nombres propios. Por ello, algunos grupos humanos prefirieron la escritura silábica, o sea, utilizar un signo para cada sílaba. Esto simplificaba las cosas, pero todavía obligaba a tener que servirse de muchos signos para hacer todas las combinaciones posibles a la hora de construir las palabras.

El homenaje de la OMS a los fenicios

Precisamente, la reducción del número de caracteres fue una de las claves del éxito del sistema fenicio. La otra es que aquella cultura, que vivía en las orillas del Mediterráneo, comerciaba con otras civilizaciones y esto posibilitó su difusión.

Fue de esta manera que los griegos lo adoptaron a partir del siglo VIII a. C. en sustitución de los sistemas que tenían anteriormente, y que los arqueólogos han bautizado como Lineal A y Lineal B. La principal dificultad en este traspaso es que los fenicios hablaban una lengua semítica y no necesitaban representar las vocales, algo que sí requería el griego. Los helenos no se complicaron la vida y solo adaptaron y reciclaron el invento. Así fue como el signo a de los fenicios se convirtió en la a, pero manteniendo el nombre alfa, que ya utilizaban en Fenicia.

Una de las innovaciones helenas fue escribir de izquierda a derecha. Inicialmente lo hacían en zigzag, aunque ellos lo llamaban Boustrophédon, que quería decir algo parecido a «el girar de los bueyes», en alusión a la forma que tenían de arar los campos. Más adelante adoptaron el mismo sistema que ahora utilizan el árabe y el hebreo, es decir, la dirección derecha a izquierda. Por qué decidieron cambiar el sentido de la escritura es uno de esos misterios que siguen sin respuesta.

Habitualmente se suele saltar del griego directamente al latín, y esto hace que se obvie un paso intermedio importantísimo: los etruscos, que son de esa clase de secundarios de la historia que poca gente sabe que existieron pero que tuvieron un papel vital. Etruria estaba situada en el norte de la península itálica y vivió su esplendor desde el siglo VII a. C. hasta el siglo III a. C., cuando los romanos los derrotaron.

Del mismo modo que los griegos habían hecho con el alfabeto fenicio, los etruscos también adaptaron aquella herramienta a sus necesidades, dando origen a los caracteres que todavía utilizamos: a, b, c, d... o sea, el abecedario.

Si este sistema de comunicación escrita ha sobrevivido tantos siglos y ha llegado a todas partes es gracias al imperialismo. Primero fueron los romanos, con su expansionismo territorial, que lo impusieron allí donde iban. Y luego, durante la Edad Media y Moderna, cuando las coronas europeas se dedicaron a la conquista de América y África. Además, esto coincidió con la invención de la imprenta de tipos móviles de Gutenberg.

Aquella tecnología tan revolucionaria en el siglo XVI, como para nosotros lo han sido la electrónica y la digitalización, posibilitó crear y compartir conocimientos a una velocidad nunca vista hasta entonces. Ya no era necesario hacer las copias de forma manual, sino que solo había que imprimir la misma plancha las veces que fuera necesario y distribuir los papeles. De hecho es gracias a Gutenberg y los fenicios que ustedes pueden leer lo que acabo de escribir