Hemos tenido un incendio en Arico que ha roto las teorías sobre los elementos básicos para la propagación del fuego y que no entra en los esquemas teóricos de los tres 30: temperaturas superiores a 30º C, humedad relativa inferior al 30% y velocidad del viento superior a los 30 km/hora. En Arico se orilló solo en la zona alta la humedad, ya que tuvimos tiempo sur en altura y en el resto dominaron los alisios con humedad alta y rachas que en algunos momentos superaron los 30 km. Es decir, el fuego se propagó en un medio dominado por los alisios.

Hemos de destacar algunos puntos clave. Las ausencias de los condicionantes anteriores hicieron que la mayor parte del fuego se propagase de suelo, algo que se apagaba con una “escoba”. Es decir, en este caso faltó el elemento clave para propagar el fuego de copas, que es el viento cálido.

Por lo tanto, y en mi opinión, con recursos humanos en el territorio en los primeros momentos se podía haber controlado el fuego. ¿Cuántos recursos tenemos en la comarca en la que ocurrió el incendio? ¿Cuántas horas transcurrieron hasta que llegaron a combatir el fuego? ¿Hubo el seguimiento y la vigilancia adecuada? ¿Cuántas torres tenemos operativas en la corona forestal? ¿Cuándo tendremos el puente del Barranco del Río operativo en la comarca o las instalaciones de Vilaflor, como punto clave en la comarca que abarca Izaña, Fasnia, Arico, Granadilla, Vilaflor?

Es bueno que sepamos que el puente para unir la comarca separada por el Barranco del Río está en Benijos (La Orotava), junto al borde la carretera, ya que gracias a una denuncia de unos “supuestos ecologistas”, los juzgados no nos lo dejaron instalar, ya que alegaban que era una instalación para turismo. Y, además, como habíamos contratado unas instalaciones metálicas en una fundición en Sevilla, cuando llegó a la isla lo depositamos en el Barranco de Benijos, donde está oxidándose, mientras que el Barranco del Río sigue ejerciendo de barrera, dejando aislada a una comarca mal comunicada por la falta de un puente.

Hace tres años, en otro incendio en Granadilla, sufrimos también los problemas del aislamiento y se lo planteé a los responsables políticos del Medio Ambiente para que lo tuvieran en cuenta. Me dijeron que lo resolverían y que bla, bla, bla….La realidad es que, a día de hoy, aún no se ha hecho nada.

Queridos lectores: pretendo que estas líneas sean de reflexión, de aprendizaje y de una experiencia vivida más allá de los avatares de la política. Seamos más humildes: no es nada entendible que haya un fuego en mayo como el de Arico y más con un año húmedo en el que la tormenta Filomena regó la vegetación y que incluso en abril cayeron más de 20 litros/m2.

No se ofendan los responsables políticos. No podemos entender que de las siete torres de vigilancia que dejamos funcionando en las cumbres de Tenerife solo haya dos operativas en estos dos años. ¿Picachos y El Gaitero?

El resto, como San Juan de la Rambla instalada junto al mayor pinar de Canarias; Bolico, punto clave en el oeste de la Isla; Chavao, siguiendo una comarca con sombra de visión en lo alto de Guía de Isora; o Vilaflor o la Anocheza, cubriendo un espacio entre Fasnia y Candelaria.

La presencia humana en el territorio no la podemos sustituir por drones o los satélites, que, indudablemente son útiles, pero que no pueden hacer el trabajo que hace el personal sobre el campo.

Hemos de reflexionar sobre lo ocurrido en Arico y tener una política ambiental más participativa, que cuente con agricultores y ganaderos, que haya una mayor y mejor comunicación con los campesinos y crear condiciones con ganaderos para retirar vegetación de cortafuegos y entornos forestales.

Hay que hacer otra lectura ambiental en Canarias. No es entendible que declaremos el 50% del territorio como espacio protegido. ¿Protegido de quién y de qué? Hablamos de presupuestos, dotación humana, coordinación de recursos, responsabilidades políticas, ayuntamientos, Cabildos y Gobiernos de Canarias y de España, pero ¿cuánto personal activo tenemos todo el año en Canarias haciendo silvicultura?

Estos días en Arico, para disponer de 200 personas en la lucha por el fuego en los frentes hubo que movilizar efectivos de varias Islas. Hace más de 40 años los incendios en Los Picachos y Los Ariqueros se apagaron sin parafernalias de medios. Y eso fue posible porque el monte era parte de la vida. La gente no disponía de gas butano y la leña y la pinocha eran clave y tenían varias manadas de cabras pastando en el territorio. Además, había una gran conciencia colectiva: cuando un monte se quemaba, se quemaba algo nuestro.

Ahora estamos obligados a la mejora de las pistas forestales, a crear instalaciones de agua para los helicópteros, a tener profesionales con nombres y apellidos con tareas concretas sobre el territorio y con trabajos de prevención en los montes como hacía el querido Aníbal, un campesino de verdad.

Lo ocurrido en estos días es un preludio de lo que puede ocurrir en gran parte de las Islas cuando nos visite el tiempo del sur. Por lo tanto, hay que hacer un pacto con los agricultores y pastores para mantener los cortafuegos y tener cultivos y tierras labradas y cultivadas como barreras protectoras al fuego. También hay que penalizar las viviendas rodeadas de vegetación y establecer la obligación de que retiren el combustible antes del 40 de mayo.

Debemos tener un territorio y una economía viva y fomentar una vinculación entre el medioambiente, la agricultura y la población local. Seamos más humildes, aprendamos con los campesinos y hagamos más trabajos y menos fotos. Volvamos a gestionar el territorio con personas que lo vivan y lo conozcan.