Estos días la Unión Europea celebra la semana de la juventud (European Youth Week, EYW). Es un evento anual para estrechar lazos entre las generaciones que en un futuro tendrán que asumir la responsabilidad de mantener vivo el espíritu de la UE. Sin lugar a duda, una de las herramientas que más ha ayudado a este objetivo ha sido el programa Erasmus, que precisamente es el tema de la jornada de hoy en la EYW.

Estudiantes de Erasmus .

Erasmus es el acrónimo de European Region Action Scheme for the Mobility of University Students. En definitiva, un ente que permite a los universitarios ampliar su formación en otro país europeo. Claro que también evoca la figura de uno de los pensadores más importantes de la historia: Erasmo de Róterdam. Nacido en 1466, hijo de un cura, pasó toda la vida viajando por el continente y aprendiendo en las mejores universidades.

Erasmo, la curiosidad por aprender

La primera formación la recibió en la prestigiosa escuela neerlandesa de Saint Lebwin. Luego ingresó en la orden de San Agustín y fue ordenado sacerdote en 1492, pero el obispo de Cambrai lo llamó a su lado para que fuera su secretario. Enseguida se dio cuenta de la gran inteligencia del joven y le ayudó económicamente para que estudiara teología en la universidad de París, que entonces vivía un intenso proceso de recuperación de las antiguas culturas griega y romana. Eran los inicios del Renacimiento. Fue allí donde comenzó a establecer las bases de su pensamiento, que aún profundizó más cuando, en 1499, viajó a Inglaterra.

Primero hizo estancia en la universidad de Oxford, donde John Colet le enseñó a hacer una verdadera lectura humanista de la Biblia. Una de las características de Erasmo fue intentar aproximar al máximo número posible de personas el conocimiento. No solo el cristiano, sino también el clásico. Por eso durante su etapa británica publicó Adagios, un libro donde recogía unos 700 refranes sobre la tradición griega y romana. La obra fue un éxito sin precedentes y se imprimieron 60 ediciones en una época en que el nivel de analfabetismo era elevadísimo. Además fue ampliando la antología a lo largo de su vida y, en el momento de su fallecimiento en 1536, había reunido 4.251.

Después de Oxford, enseñó en Cambridge, donde rechazó una plaza como profesor permanente de teología, a pesar de estar rodeado de grandes intelectuales como Thomas Linacre y Thomas Moore, que le inspiró su famoso Elogio de la locura. El de Róterdam era poco amante de las rutinas y, movido por su enorme curiosidad, marchó a Italia donde también declinó propuestas de varios centros de enseñanza. El sistema educativo de entonces, basado en la memorización y la repetición, chocaba con sus planteamientos vitales y prefirió trabajar en una imprenta, donde podía estar en contacto con escritores y profesores pero fuera del corsé del sistema.

Aquella manera de ser le causó problemas porque lo cuestionaba todo. También la iglesia católica. Esto lo aproximó a Lutero y a su movimiento reformista. Entonces Erasmo se encontró en medio de dos frentes y el hecho de no querer posicionarse a favor de ningún contrincante despertó muchas animadversiones, tanto con unos como con otros. Esta fue una de las razones que lo llevaron a vivir en Basilea y Friburgo durante los últimos años de su vida.

Este pensador humanista entendía que la religión cristiana debía servir para reforzar la paz. Esto chocaba con otros postulados ideológicos de la época que sostenían que la actitud natural era la bélica. Erasmo, en cambio, creía que el objetivo de gobernar era conseguir el bien común, priorizar la felicidad de los ciudadanos por delante de los intereses individuales o dinásticos de quien ostentara el poder. No es que fuera defensor del pacifismo como la entendemos ahora, porque admitía la necesidad de las guerras, pero sí que algunos estudiosos lo consideran el precedente de pensadores franceses e ingleses de los siglos posteriores, que veían las sociedades como el resultado de un acuerdo contractual entre sus integrantes. Ellos fueron uno de los pilares sobre los que se construyeron nuestras democracias.