Saber ganar y saber perder no está al alcance de cualquiera. Eso explica el sabroso espectáculo de un cenizo Ábalos tras la debacle, escupiendo a la vencedora, aunque no la llamara díscola de infinitos ex, sino solo lo demás. O luego el de Calvo, que no la tituló de golfa sino de tabernaria, apropiándose la exquisita y objetiva tesis del Tezanos de la jornada de reflexión.

En su fúnebre análisis posterior, la vicepresidenta sostuvo indignada que los socialistas no pueden competir con quien basa su campaña en ex, cañas y berberechos. Será porque en verdad ellos y sus votantes pasan el día debatiendo sobre el ser y la nada, leyendo a Gramsci, reflexionando sobre Shopenhauer y traduciendo a Kant. Seguro que por eso su fichaje estupendo de campaña ha sido Jorge Javier, ese divulgador científico del uno al otro confín. El caso es que tengo un montón de amistades afines al socialismo a quienes molan las cañas, pero, eso sí, jamás abandonarían en un hotel desangelado a un compañero leal, como Ferraz y Moncloa hicieron con Gabilondo. Caballero derrotado, en el buen sentido de la palabra, bueno.

La sublime Calvo, agónica guerracivilista como Iglesias, en un acto institucional y al parecer loca perdida ya, equiparó la campaña de la libertad de Ayuso con la presunta libertad defendida por los nazis para matar judíos. Omitió que Nazismo equivale a Nacional Socialismo tal vez por evitar comprometidas asociaciones mentales. Como no sostengo que sea una ultra como ella sí hace de Ayuso, deduzco que padeció un trastorno transitorio al equiparar su derrota electoral con el exilio o las fosas comunes de los mártires socialistas, al modo -otra vez- de ese excolega, vicepresidente huido, quehermanó a los exiliados con Puigdemont.

El inteligente lector reparará en que tanto Ábalos como Calvo no insultan solo a Ayuso, sino a sus votantes, tan frívolos y fascistas como ella. Luego he escuchado a la presidenta de Madrid afirmar que sabe que muchos votos son prestados y que quiere gobernar para todos. Va a ser que la reina de los berberechos sí sabe ganar.