La sociedad necesita más que nunca, al sector privado y al mismo tiempo necesita que el sector público reaccione de manera eficiente y rápida para apuntalar las ayudas necesarias, pero también, a través de acuerdos.

No es fácil construir sin que empresas y administración pública, pongan al interés general de la sociedad por encima de todo, facilitando oportunidades, al mismo tiempo que ofreciendo certidumbre jurídica y financiación.

Hay necesidades perentorias más allá de la recaudación publica mediante el recorte de gastos y la reducción ordenada de algunos impuestos tasas o cotizaciones que nos alejan de la necesaria competitividad para sostener el empleo.

Aquellas empresas que han mantenido o mejorado sus resultados en la época de pandemia, lo han hecho ajustando los gastos a los ingresos ante la imposibilidad de subir sus ingresos.

Tenemos que trabajar sobre la importancia de la productividad y cualificación de los recursos humanos y directivos, de la educación, digitalización, sostenibilidad, sanidad, finanzas públicas, burocracia, modelos de ciudad, diversificación, logística, distribución, construcción, energía, reindustrialización, comercio tradicional y digital, infraestructuras nuevas y obsoletas.

Esto, si ayudará a cerrar las diferentes brechas sociales existentes y no el incremento de impuestos para saldar una caja pública que antes debería ajustarse a la realidad de unos gastos duplicados, innecesarios o ineficientes que, difícilmente podrán afrontar trabajadores y empresarios mientras aprietan los dientes para la recuperación