Después de muchos años, el presidente de la Generalitat será de ERC. Si las quinielas se cumplen, uno de los miembros del Ejecutivo será el dr. Josep Maria Argimon, que se ha ganado el respeto de todos por su gestión de la pandemia. Por más tiempo que pase, su nombre siempre será recordado cuando se explique cómo se afrontó el coronavirus en Catalunya.

No es la primera vez que un médico de prestigio asume la ‘conselleria’ de Salut. En 1936, Manuel Corachan se incorporó al gobierno de Lluís Companys. Ahora que se conmemora el centenario de la Clínica Corachan vale la pena recordar esta figura capital de la historia de la medicina.

El doctor Manuel Corachan García nació en 1881 en la localidad valenciana de Chiva. Desde pequeño demostró tener aptitudes para los estudios y fue enviado a casa de unos tíos residentes en Sants (entonces, aún no era parte de Barcelona) para hacer el bachillerato y la carrera. Para pagarse los estudios trabajaba de ayudante de barbero. Su etapa formativa estuvo marcada por las dificultades económicas, pero las superó gracias a una capacidad de trabajo y de esfuerzo que le acompañarían toda su vida.

En 1905 se licenció y comenzó a ejercer en el Hospital de Sant Pau y de la Santa Creu, un centro con el que mantendría un vínculo muy especial durante su trayectoria profesional. De hecho, allí descubrió que quería ser cirujano, aunque todavía faltaban varios años para poderse dedicar a ello de manera plena. Antes tenía que consolidar su carrera. En 1908, por ejemplo, sin dejar el Hospital, obtuvo plaza de médico municipal de Sants.

Finalmente, en 1915, abrió una pequeña clínica en la calle Rosselló de Barcelona. Hay que tener en cuenta que, en aquella época, no había el sistema público de atención sanitaria que existe actualmente y la ciudadanía solo podía recurrir a este tipo de establecimientos, que los médicos más emprendedores ponían en marcha.

El buen hacer de este valenciano afincado en Catalunya le permitió cultivar una gran reputación. Cada vez tenía más pacientes y, para atenderlos debidamente, en mayo de 1921 abrió la Casa de Salud Clínica Corachan. Una institución que ofrecía asistencia integral a los enfermos, que eran atendidos por un cuadro médico excepcional, formado por profesionales de primer nivel que marcaron la historia de la medicina catalana.

En cuanto a Manuel Corachan, se especializó en cirugía gástrica y en 1925 defendió la tesis doctoral, con un trabajo pionero de esta rama médica. Aparte de llevar adelante la clínica, participó en congresos internacionales y en entidades profesionales. Además, en 1933 fue elegido presidente del Sindicato de Médicos de Catalunya.

Su prestigio y reputación hicieron que el presidente Companys le ofreciera la cartera de Sanidad y Asistencia Social, en mayo de 1936. Aceptó con la única condición de solo asistir a las reuniones técnicas del ejecutivo. Su nombramiento sorprendió porque, aunque él se consideraba de izquierdas, la opinión pública lo ubicaba más a la derecha. Al ser preguntado por qué había aceptado la ‘conselleria’, él respondió que era su manera de agradecer a Catalunya todo lo que esta tierra le había dado desde su llegada.

El estallido de la Guerra Civil impidió poner en marcha sus ideas. Además, las amenazas de elementos vinculados al anarquismo le hicieron dimitir en agosto y exiliarse a París, con la ayuda del presidente Companys. En 1937 marchó a Venezuela para dirigir el Instituto de Cirugía Experimental. Sólo pasó cuatro años en América Latina, pero su influencia fue clave para el desarrollo de la medicina allí.

En 1941 decidió volver. El Tribunal de Responsabilidades Políticas franquista lo multó con 75.000 pesetas por haber sido ‘conseller’, pero le dejó volver a ejercer. Su objetivo era dar un nuevo impulso a la clínica, pero murió de tifus en 1942. Su hijo, Ricard Corachan, y su consuegro, el dr. Manuel Cuyàs, cumplieron su deseo y, en poco tiempo, la Clínica Corachan volvió a ser un centro de referencia.