Estas líneas fueron escritas antes del inicio del incendio que está afectando desde el jueves a las cumbres de Arico. Vaya por delante nuestro reconocimiento a todas las personas que luchan contra el fuego y un llamamiento a la responsabilidad de toda la población junto al deseo de que pronto pueda resolverse la situación.

Hemos tenido un invierno afortunado, ya que desde finales de octubre hasta marzo nos han visitado varias borrascas del Sur-Suroeste y colas de borrascas situadas al Norte de Canarias. Esta situación favorable para recarga de los acuíferos y mejora de la vegetación tiene otra lectura en los veranos canarios, ya que la gestión del territorio tiene muchas carencias. Todos sabemos que hemos de hacer prevención, es decir, retirar la vegetación que ha crecido en el invierno húmedo y más en una sociedad que carece de actividad agroganadera en una gran parte del territorio.

Leamos entre otros la obra del economista, Juan Antonio Sans, “Crisis de la agricultura en Canarias”. En dicha obra se presenta una superficie labrada de 175.300 has en 1960, bajando a 120.000 has en el año 1970. Hoy nos situamos en 40.000 has, es decir, sólo el 23% de lo labrado en 1968. En el plano humano ¿quién gestiona las 130.000has que hemos dejado de labrar? Hoy en día tenemos menos del 20% de las personas que labraban, retiraban vegetación y llevaban a pastar sus ganados.

Una sociedad que se precie hace prevención. Todos conocemos el papel que juega la vegetación en la estación seca y, sobre todo, en un territorio con un poblamiento disperso en el que gran parte de los núcleos de población están junto a las zonas de cultivo de antaño, arropados por el pastoreo. Es bueno que veamos la relación del campesino y el territorio y hacer una lectura en una época que nos obliga a mirar para el mismo ante elementos teóricos como el cambio climático y la huella del carbono, pero sobre el que poco podremos hacer si no cambiamos de actitud.

La administración local y el resto de las administraciones han de mirar con una lectura de antaño en los temas de prevención de incendios forestales. Hemos de ver lo que ocurre en numerosos pueblos con zarzales y cañeras en la puerta de las casas, ya sea por factores locales, cambio de uso de suelo o de mentalidad, a lo que también hay que incorporar los cambios en el clima. Además, hay que analizar algo que parece novedoso y de lo que no solemos hablar, que son las limitaciones que tiene la tecnología para defendernos del fuego. En ese sentido, lo ocurrido en los últimos años en California ¿es un fracaso de la tecnología sobre todo en medios aéreos? Esa situación se ha repetido en Australia y Portugal, donde el fuego se ha burlado de los medios aéreos, quemando zonas urbanas y agrarias.

Estas líneas pretenden animar y reflexionar, sobre un modelo que “aparentemente” ha funcionado en los últimos años. No queremos ser alarmistas, pero que lectura podemos hacer ante un invierno que ha repartido lluvia de octubre a abril deberían hacernos reflexionar. Nuestras autoridades deben mirar con más respeto, el ‘combustible’ que tenemos en los entornos urbanos, ya que tenemos una situación preocupante con masas vegetales cargadas de plantas muertas, cañeros, zarzas, granadillos y otros matorrales en las proximidades de las zonas pobladas.

Queridos lectores, hemos tenido un invierno bueno, pero tenemos que hacer que el verano sea mejor a través de la prevención. Veamos como referencia los paisajes de San Diego a la Mesa Mota en La Laguna; de la Guancha al Valle de El Palmar en Tenerife; de la Montaña de la Breña a La Montaña Vaqueros en La Palma; de Tenteniguada a Tomada en Gran Canaria, por citar algunos ejemplos.

Esos paisajes nos hacen reflexionar sobre la poca memoria que tenemos y el poco tiempo que dedicamos a mirar nuestro entorno. Todos hablamos de los incendios en la Amazonia y cómo valoramos y nos acordamos unos días de los medios aéreos como los hidroaviones, que son muy vistosos. Lamentamos el poco tiempo y el valor que damos al trabajo local y a la prevención. Estas líneas son machaconas, pero con tiempo Sur en Canarias, los temas de seguridad se complican.

En otros estados de cosas miremos para las Administraciones Públicas. Hagámonos todos más responsables de lo que ocurre en nuestro entorno. La pandemia de COVID-19 nos ha hecho más conocedores del territorio y eso debe transformarse en un mayor compromiso medioambiental. Encabamos el sacho, al menos en el plano mental y leamos un poco de cultura rural. Pongamos los pies en la cultura del entorno porque la prevención es mucho más que mirar la veleta y llamar a los hidroaviones. Leamos el entorno con cultura de ayer que puede ser una siembra para mañana.