Me ha dicho el concejal de mi barrio que le ha dicho el alcalde José Bermúdez, que el presidente del Cabildo, Pedro Martín le contó que el consejero de Sanidad, Blas Trujillo le había asegurado que según le había prometido la ministra de Sanidad, Carolina Darias, tendríamos suficientes vacunas para todos los canarios. Aunque de momento no haya. Aunque por ahora, desgraciadamente, si una persona de cuarenta años tiene que hacer un viaje y quiere vacunarse solo puede inyectarse el famoso compuesto de “ajo y agua” —el de a joderse y aguantarse— y hacerse las pruebas para saber si no está bichado y le dejan viajar bajo su responsabilidad. El espectáculo que los expertos y las autoridades sanitarias han dado con las vacunas es similar al que nos ofrecieron al comienzo de la pandemia. Han cambiado los criterios de semana en semana y los grupos de edades y las marcas y los colectivos a vacunar. A día de hoy aún no se sabe con seguridad si los menores de 60 que se inyectaron AstraZeneca tendrán que ponerse obligatoriamente la segunda dosis de esta vacuna o vale otra. Y si hay dosis suficientes para los mayores. Hay comunidades que están amenazando ya con tomar sus propias decisiones si no hay un criterio claro a nivel de Estado. Y no lo hay. Y lo que es peor, hay dudas de que el suministro de AstraZeneca —muy deficiente y con permanentes fallos de producción— permita dar cobertura a todos los que ya ha recibido la primera dosis. Seguimos diciendo con optimismo que al final del verano estaremos todos inmunizados. Pero el verano se acerca y las cifras no casan con las expectativas. Ojalá tengan razón los optimistas.