Me fascina cómo compramos la polarización, y cómo permitimos que nos convenzan de que es eso lo que realmente somos y necesitamos. A mí, personalmente, me aburre; el ser humano no está programado para vivir en ella indefinidamente; la polarización, emocionalmente, es insostenible.

La polarización es un arma de destrucción masiva; si lo aplicamos a la educación, seremos limitantes con el futuro de nuestros niños; si lo aplicamos a las empresas, tendremos equipos insatisfechos y si lo incorporamos a la política obtendremos una ciudadanía cortoplacista y agotada, incrédula e inestable.

Hay un discurso que escuchas, sobre la necesidad que interiormente muestra el ser humano por tener un elemento con el que luchar, y que la caída del muro de Berlín nos trajo los populismos. Mi pensamiento se dirige más a un modelo a imitar, y me atrevo a señalar el mal uso que se le ha dado a determinadas teorías de marketing político, sumado a una escasez de valores con una ciudadanía, cada vez más desconcertante en sus intereses.

Me pregunto regularmente, si escucho a líderes políticos y su discurso es totalmente vacío, ¿cómo la ciudadanía es incapaz de captarlo?.

Desde el momento en que la ciudadanía evaluara resultados y hechos concretos, y los cotejara con sus satisfacciones o necesidades reales conseguidas con `x´ candidato o partido político, sería todo más coherente. Hacerse preguntas rompe la polarización, porque nos vamos a nuestros intereses individuales y dejamos de ser `masa´. Por ello, a determinados liderazgos no le gusta que la ciudadanía analice y se pregunte, y mucho menos que se cuestione.

¿Cómo me ha ido con esta persona, con esta Alcaldesa o con este Consejero?, ¿Hay una coincidencia entre lo que expresa y lo que hace?, ¿Anuncia lo que va a hacer y cuenta con posterioridad lo que ha hecho?, ¿Cumple sus promesas?, ¿Vivo mejor cerca de él o de ella? ¿Es una persona visible, cercana?, ¿Cómo me trata?, ¿Cómo me hace sentir?, ¿Qué huella deja en mi?, ¿En qué ha mejorado mi vida?, ¿Qué puedo esperar de ella o de él en un futuro cercano?, ¿Estoy orgullosa de mi Presidente?, ¿Lo encuentro capaz de sacar este país adelante, esta autonomía o esta región?... ¿Voy a vivir mejor?, ¿Cómo empezó esta legislatura y cómo termina para mi?

Pensemos que una legislatura es como un Fondo de Inversión; si no te ha funcionado, recupéralo y cambia la inversión a otro lugar. Ese “Modo Ayuso”, del que tanto se habla, redundó en respuestas potentes a todas estas preguntas que formulo.

Hablamos de quien trajo la polarización, y yo me pregunto si el modelo político actual no es un provocador de la misma. Las recientes elecciones madrileñas acordonaron a liderazgos “supuestamente polarizados” con estrategias puramente irracionales; confundirnos pensando que la polarización tiene un color político es totalmente irreal. No tiene color, ni está adjudicada a ninguna persona o partido concreto; por ello, la ciudadanía ha dado una lección apoyando y protegiendo a los que consideró injustamente atacados.

Me encanta entrenar y ofrecer soporte personal a la candidatura política, y los buenos liderazgos políticos merecen una ciudadanía coherente. Debemos despertar y volvernos egoístas, que no polarizados, pensar en nuestro bienestar por encima de ideologías. Volvernos y razonar como localistas y municipalistas. Desde ahí se desmontan candidaturas y partidos, o realmente es desde donde la ciudadanía desarrolla los cambios.

Leo estos días a grandes consultores políticos opinando sobre la política en España y desarrollando análisis de los resultados de Madrid. Algunas valoraciones van en la línea del papel de Ayuso como competencia política directa hacia el líder de su partido, pero yo particularmente ofrezco otra visión. Mi punto de vista va más desde el refuerzo y estímulo que supone Ayuso, más que de competir en liderazgo.

Isabel Díaz Ayuso ha triunfando porque ha desarrollado un liderazgo situacional válido; se dieron unas circunstancias determinadas y funcionó su estilo. Rescató a una ciudadanía, responsabilizándose de ella.

El liderazgo político tiene muchas facetas y estilos, y no deberíamos generalizar y extrapolar los éxitos. Puede funcionar en el liderazgo de una Comunidad, pero no tiene por qué ser extrapolable a una nación.

Hay ejemplos recientes, como cuando los expertos decían que Joe Biden no tenía características de líder, y yo me preguntaba ¿qué entendemos por características de líder? Quizás pensamos en ciertas habilidades exclusivamente, cuando realmente el liderazgo va de marcar un camino, de proteger, de envolver y de aportar seguridad, futuro y equilibrio. De ser capaz de ponernos en las manos de esa persona y decir SI a la pregunta: ¿será capaz de sacar esto adelante?

Nuestra tarea como ciudadanos es distinguir la realidad de la ficción política. Dejar de prestar atención al ruido y aterrizar nuestras necesidades, ser plurales, y analizar la situación desde diferentes perspectivas. Al final, es lo que hacemos antes de depositar nuestro voto a nuestra candidatura a alcalde o alcaldesa.

¡Analiza la política regional y nacional desde el interés municipalista, sé más práctico y menos ideológico!

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