El ministro de Agricultura, Luis Planas, trabajó codo con codo con un viejo conocido de las islas, el exministro del ramo, Pedro Solbes, luego comisario europeo. O sea, que nos conoce de atrás. Y se le nota. En su visita a Canarias ha manejado esa cortés diplomacia consistente en guante de seda en puño de hierro. No ha dicho más de lo que quería decir. Que no ha sido poco. Con lo de exceptuar al plátano de las islas de algunos aspectos de la Ley de Cadena Alimentaria no ha dicho ni si, ni no, ni todo lo contrario. Afirmó, eso sí, que el Gobierno de España garantizará —durante los próximos cuatro años— los fondos del PSOEI para la agricultura de las islas: 258 millones de euros. Y añadió con una sutileza muy venenosa que de ese dinero “141 millones van destinados al plátano”, una cifra que no está nada mal para un producto que tiene una cifra de negocio de 400 millones al año (pocas empresas tienen asegurada una subvención del 35% de su negocio antes de abrir la persiana). Canarias, a pesar de su escasa ganadería, está especializada en ordeñar los presupuestos ajenos. Y al ministro le han apretado por todos sitios. Porque si no se hacen excepciones y se aprueban ayudas nos quedamos sin escuela y sin despensa. Luis Planas se desayunó con una esquela dedicada al plátano de las islas, publicada en la prensa local, que no le hizo ninguna gracia. Los plataneros de Asprocan se apresuraron a decir ayer que no habían sido ellos. Fue una idea original que supuso invertir en los medios de comunicación de las islas. O sea... seguro que no fueron ellos.