Hace ya muchos años que los personajes de Angelina Jolie en el cine son engullidos por la imagen icónica y publicitaria de la actriz. Resulta imposible dar verosimilitud a sus papeles, ya que se ven afectados por la frecuencia con la que aparece en las portadas de las revistas y los anuncios de televisión. La estrella eclipsa a dichos personajes, lo que constituye un grave lastre para cualquier intérprete. Esta realidad pasa más desapercibida en el género de comedias de acción, donde la vertiente gamberra de las tramas disculpa la ausencia de realismo. Por ejemplo, en Sr. y Sra. Smith el tono desvergonzado y chistoso tornaba innecesaria toda dosis de credibilidad sobre el conjunto del trabajo. A Jolie, ganadora de un Oscar por su interpretación con apenas veinticinco años en Inocencia interrumpida, no ha sido posible distinguirle desde entonces cuándo está actuando y cuándo no. En numerosos momentos dramáticos en la gran pantalla refleja el mismo gesto con el que promociona un perfume de marca y así es muy complicado que una película que pretende asentar su historia sobre el drama y la intriga pueda convencer y enganchar al espectador.

El cartel de la cinta. Gerardo Pérez Sánchez

Pese a ello, Aquellos que desean mi muerte se alza como una aceptable cinta de acción en la que Taylor Sheridan ejerce de director y guionista. Brillante y respetado escritor cinematográfico, suyo son los guiones de la fantástica Sicario (en mi opinión, uno de los mejores largometrajes de la última década), Comanchería (por el que fue nominado a la estatuilla dorada de Hollywood) y Sin remordimientos (mi crítica de la semana pasada). Su currículum como realizador resulta más breve, aunque interesante. Responsable de Wind River –protagonizada por Jeremy Renner y Elizabeth Olsen– y de la serie de televisión Yellowstone –con Kevin Costner al frente del reparto–, posee pulso y visión a la hora de plasmar la tensión en imágenes. Sin alcanzar los elevados niveles de sus relatos dirigidos por el gran Denis Villeneuve o por David Mackenzie, consigue elaborar un argumento atrayente y ofrecer una recreación visual competente, algo repetitiva pero, en todo caso, eficaz.

Un adolescente, testigo de un asesinato, es perseguido por dos criminales a través de las tierras salvajes de Montana. En su huida termina recibiendo la ayuda de una experta en supervivencia de montaña pero, para colmo de males, un voraz incendio amenaza con acabar con la vida de todos los implicados. Quienes buscan un entretenimiento intenso pueden hallar aquí una buena opción, gracias a un montaje ágil, una amena puesta en escena y un ritmo trepidante. Desde luego no está a la altura de Sicario, cuya brillantez, emoción, envergadura e intensidad la convierten en una joya imprescindible, pero consigue sobradamente los objetivos básicos de un filme de acción. Deja algún cabo suelto y desentona con ciertos recursos reiterados en exceso, pero lo compensa con creces gracias a un compás veloz con el que se dota casi a cada plano.

Su principal hándicap radica, precisamente, en la actriz protagonista cuya repercusión mediática, como ya expliqué en líneas precedentes, le resta veracidad cuando se sitúa delante de la cámara, circunstancia que no afectaría a otras intérpretes menos sobreexpuestas o marcadas por las informaciones de la prensa rosa. Juega a su favor el aliciente de su corta duración, alrededor de hora y media, cada vez más infrecuente en este tipo de producciones demasiado proclives a alargar el metraje más de lo deseable.

Integran el equipo artístico nombres tan interesantes como los de Charles Leavitt (coguionista y responsable del guion de la también estupenda Diamante de sangre), Garrett Basch (productor de El irlandés, de Martin Scorsese). Aaron L. Gilbert también afamado productor de títulos como El escándalo (Bombshell), Joker, Fences o la reciente candidata al Oscar a la mejor película Judas y el mesías negro y, sobre todo, el genial Steven Zaillian, auténtico gurú del Séptimo Arte capaz de dirigir En busca de Bobby Fischer o Acción civil, escribir La lista de Schindler o Moneyball: Rompiendo las reglas y producir American Gangster. Bastante desconocido para el gran público, se trata de uno de los profesionales más versátiles y rigurosos de la industria del cine.

Completan el reparto Nicholas Hoult (el chico de Un niño grande que, posteriormente, ha participado en La favorita, Mad Max: Furia en la carretera y la saga X-Men), Tyler Perry (Perdida, El vicio del poder) y Aidan Gillen (Bohemian Rhapsody, Sing Street). El adolescente es interpretado por Finn Little (Storm Boy).