Tenemos la obligación de asociar la agricultura canaria con aspectos ambientales y sociales, ya que las ‘muletas’ que nos aporta la Unión Europea son básicas. Estamos hablando del régimen PSOEI y del apoyo a las regiones ultraperiféricas de la UE y sus problemas específicos derivados de la lejanía y la insularidad. Éstos están relacionados con el pequeño tamaño de las explotaciones y la producción de elementos básicos para la alimentación y de los costes derivados de nuestra situación ultraperiférica, que no deben perjudicar la producción local.

El cultivo de la platanera tiene una relación importante como actividad agraria -ocupa los mejores suelos-, demanda la mejor agua y juega un papel importante en el suministro de alimentos y mercancías en el Archipiélago, ya que todos los días exportamos más de un millón de kilos a la Península. Eso significa mucho en el suministro del exterior de alimentos y mercancías e implica muchos puestos de trabajo. De hecho, en numerosos pueblos de las islas más del 30% de los puestos de trabajo están relacionados con esta actividad, como ocurre en Gáldar-Guía en Gran Canaria); la Isla Baja y Las Galletas en Tenerife; gran parte de La Palma; La Dama en La Gomera; y Valle del Golfo en El Hierro.

Por otra parte, los plátanos demandan una gran parte de la pinocha que se retira de nuestros montes, ya que la materia orgánica es básica para mantener en buenas condiciones dicho cultivo y también sirven de estacones para las plataneras. En ese sentido, hay que señalar que un 10% de los plátanos que llevamos a los empaquetados se pierden y se llevan al vertedero. Lo lógico sería que con eso se pudieran alimentar animales o hacer compost (materia orgánica) y no tirarlos sin más.

Además, no es lógico que los pinocheros estén pagando para recoger la pinocha y que luego tengan que subastarla a los pocos agricultores que la quieren. Si hubiera coherencia y mentalidad ambiental y de defensa del producto local y de nuestra tierra, habría que pagarles a ellos no solo por proveer de pinocha al sector primario, sino por la labor que realizan en materia de prevención de incendios forestales. Lamentablemente, estamos en el mundo al revés.

Ganadería y plátanos en Canarias

Hasta hace unos años, los agricultores tenían vacas por el papel del estiércol (media Ha-una vaca). La vaca era un elemento básico en la producción de las explotaciones y toda finca que se precie tenía una gañanía. Evidentemente se ha producido una mejora de los transportes, de los sistemas de riego –se ha dejado de regar a manta-, con el suelo cubierto por las hojas y el aporte de materia orgánica del exterior

Sin embargo, hemos separado agricultura y ganadería, empobreciendo la actividad agroganadera. Es un tema que hay que afrontar con mucho cuidado ya que ahora nos hablan de agricultura, huella de carbono, agricultura circular de productos agroecológicos, agricultura y medioambiente……Creo que necesitamos menos discursos y palabras nuevas y un mayor entendimiento entre la ganadería y la agricultura.

Tiempos de cambios.- La Covid-19 y la coyuntura internacional nos obligan a mirar para el campo con otros ojos, con menos alegatos vacíos sobre huella de carbono o los supuestos centímetros que sube la marea cada año por culpa del cambio climático.

Hay que hablar de que Garafía o El Tanque no tienen ganadería y que gran parte del campo esté cubierto de maleza; que en Tenerife y La Palma haya más de 10 municipios sin una sola vaca o que estamos llevando al vertedero un 10% de los plátanos –entre 12.000-15.000 tm3/año- pero que luego importamos materia orgánica del exterior.

Los señores de Asprocan tienen que mirar para dentro y no podemos seguir llorando y echando la culpa de todos nuestros problemas a los de fuera. Aquí y ahora hemos de hacer las cosas mejor y la ‘pica’ no debe ir a los vertederos o lo tratamos en las instalaciones de la planta que tenemos en El Paso y la solidaridad nos obliga a colocarlos fuera sin coste para los agricultores en el exterior.

La crisis ganadera también es una crisis ambiental dado que la misma desactiva la actividad agraria en mantenimiento de nuestros montes, la lucha contra los incendios, la vida en las medianías canarias y, lo que es más importante, una agricultura más saludable en el plano humano. Tenemos que animar la agricultura ecológica que, lamentablemente, es minoritaria y está en nuestras manos conseguir un mayor equilibrio en campo y el uso de todos los recursos en el que incluimos más puestos de trabajo y menos desigualdades sociales entre los campesinos y la vida urbana.

La agricultura más sostenible demanda una vinculación con el medio y está en nuestras manos mirar para el campo en sentido vertical –costas y cumbres- como miraban los pastores antes. Ahora tenemos que armonizar turismo, paisaje y paisanaje, uniendo el carro de la compra con la producción local con un mayor equilibrio socio-ambiental, fomentando nuestros productos y poniendo en valor nuestro campo y a nuestros agricultores. Es indispensable que la agricultura y la ganadería vayan de la mano ya que esto repercutirá en una mejor gestión del territorio, que será más sostenible, con más trabajo para nuestra gente, con menos dependencia del exterior y con nuestros montes más seguros.