“Me recuerda a mi tío Oscar”. La leyenda dice que esta es la frase que pronunció Margaret Herrick al ver la estatuilla de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood. Aunque esta es la versión más popular para explicar el origen del nombre, no es la única. Durante un tiempo la actriz Bette Davis se atribuía el origen del término argumentando que se había inspirado en el segundo nombre de su marido (aunque nadie nunca lo llamaba Oscar). El periodista Sidney Skolsky también reclamó su parte de gloria en este episodio. Él fue el primero en escribir “Oscar” en un periódico, el 16 de marzo de 1934.

Margaret Herrick, bibliotecaria y directora de la Academia

Ahora bien, según una investigación de Bruce Davis, director ejecutivo de la Academia entre 1981 y 2011, para su libro sobre la historia de los premios, la auténtica responsable del nombre habría sido Eleanore Lilleberg, que era la encargada de recoger las estatuillas en la fundición donde las fabricaban y llevarlas a la sede de la institución.

La bibliotecaria de los Oscar

Todo este episodio, que no deja ser bastante anecdótico, margina a un segundo plano la trayectoria profesional de Margaret Herrick, que fue vital para que los premios se convirtieran en el referente que son hoy en día. Y eso que nada hacía pensar que estuviera llamada a tal aventura. Herrick era bibliotecaria.

Nacida en 1902 en Spokane, una ciudad junto a la frontera con Canadá, estudió biblioteconomía en la Universidad de Washington y, una vez terminada la carrera, encontró trabajo en la biblioteca pública de Yakima, una modesta ciudad cercana a su población natal.

Su vida cambió al casarse, en 1931, con Donald Gledhill. El marido encontró trabajo como ayudante del secretario ejecutivo de la Academia y el matrimonio se mudó a Hollywood. Herrick también entró en la institución, donde empezó encargándose de cuestiones administrativas pero sus conocimientos en biblioteconomía llamaron la atención de sus superiores. En 1936 la nombraron oficialmente bibliotecaria de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas.

Paralelamente, su esposo fue escalando posiciones hasta llegar a director ejecutivo. En 1942, Gledhill fue llamado a filas para combatir en la Segunda Guerra Mundial y Herrick lo sustituyó. En teoría, al terminar el conflicto, debía dejar el cargo pero ocurrió justo lo contrario. En 1945 se le ofreció de manera permanente y lo mantuvo hasta jubilarse en 1971. Es fácil identificarla en las fotos de la época porque es la única mujer que suele aparecer en las imágenes.

A partir de ese momento fue un personaje clave en el funcionamiento de la entidad. En 1953, por ejemplo, fue Margaret Herrick quien lideró las negociaciones con las cadenas de televisión para conseguir la retransmisión en directo de la ceremonia de entrega de los premios. Hasta entonces la gala solo era una cena que seguían las emisoras de radio. Durante ese proceso tuvo que vencer las reticencias de los grandes estudios cinematográficos que veían la televisión como su principal competidora y enemiga (de forma similar a lo que ocurre ahora con Netflix y demás plataformas de streaming).

Visión internacional

Además, tuvo la visión de exportar al extranjero ese evento. Herrick fue una de las principales avaladoras de crear la categoría de mejor película de habla no inglesa, un premio que inicialmente no existía y que durante años solo fue un mero reconocimiento honorífico. No solo eso, sino que se implicó directamente en el proceso de internacionalización de los Oscar. Entre 1963 y 1968 hizo giras por todo el mundo visitando las principales instituciones cinematográficas.

Margaret Herrick se mantuvo en activo hasta los 69 años, cuando se retiró. Sin embargo, la Academia la nombró directora emérita, cargo que conservó hasta su muerte, en 1976.

O sea que si sois seguidores de la ceremonia de los Oscar, no olvidéis dedicarle un recuerdo a esta bibliotecaria que convirtió una entrega de premios en uno de los grandes acontecimientos mediáticos del año.