La pandemia de coronavirus ha segado la vida de más de 700 personas en el Archipiélago y ha afectado directamente a otras 50.000, que fueron infectadas por el covid. En el plano laboral, más de 53.000 trabajadores se han apuntado a las listas del paro y otros 86.000 subsisten gracias a los ERTE. El turismo se ha hundido, tres de cada diez agencias de viajes han caído, el comercio agoniza y los cierres de empresas han superado el techo de la crisis financiera de 2008. Es el balance puro y duro que ha dejado un virus que a todos pilló por sorpresa hace ya 15 meses, que paralizó el mundo y que asestó un duro golpe a las economías. Especialmente a España y más en concreto a Canarias.

Ahora, cuando se atisba la luz al final del túnel con la recuperación del turismo –directamente proporcional al nivel de vacunación- Tenerife se pregunta cómo recuperar el nivel económico y social del ya lejano 2019. La Isla debe despegar y lo debe hacer con una mayor conectividad que le permita unirse a innumerables destinos peninsulares y europeos. Es una de las principales claves para empezar a respirar.

Fue el alcalde de Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Bermúdez, quien dio la voz de alarma por la parálisis de la ciudad. El nacionalista defiende la imperiosa necesidad de incrementar las conexiones aéreas con origen y destino en la Isla, abriendo nuevas rutas que traigan más visitantes a Tenerife y a su capital, pues la economía languidece. Su preocupación es extensible a los principales municipios turísticos, tanto del Norte como del Sur, los dos núcleos más castigados por la crisis, y también a La Laguna, cuyo alcalde, Luis Yeray Gutiérrez, reclama un desarrollo del aeropuerto que alberga su municipio acorde al crecimiento de la Isla.

Bermúdez, lejos de apostar por la creación de nuevas aerolíneas –como pretende un grupo de hoteleros con la participación del Cabildo de Tenerife- reclama que se firmen acuerdos con compañías de aviación de capital canario, como es el caso de Binter. “Lo lógico es que si ya tenemos una empresa dispuesta a abrir nuevas rutas, intentemos aprovechar este camino. Si se crean aerolíneas desde el ámbito privado, no hay nada que objetar; pero si los pocos recursos públicos que tenemos los dedicamos a este tipo de iniciativas, lo veo todo mucho más complicado”, señaló contundente el regidor chicharrero.

La iniciativa la debe abanderar Turismo de Tenerife, entidad del Cabildo, para sellar acuerdos con Binter que lleven a la Isla, especialmente a Los Rodeos -aeródromo que ha perdido el 68% de su tráfico durante la pandemia-, a compartir protagonismo con Gran Canaria. Porque las nuevas rutas que acaba de poner en marcha Binter tienen, en su mayoría, a Gando como punto de origen y destino, lo que coloca a Tenerife en una situación secundaria, sobre todo en mercados como el de Italia y Francia, que son fundamentales para la Isla más incluso que para Gran Canaria.

Idéntica situación atraviesa el Puerto de Santa Cruz de Tenerife, que debe convertirse en base estable de cruceros y para ello es necesario e imprescindible disponer de conexiones directas con el mayor número de aeropuertos de Europa.

Las tesis de Bermúdez son compartidas por las patronales tinerfeñas y por los alcaldes de los ayuntamientos más afectados por la escasez de conexiones. CEOE-Tenerife, por ejemplo, es consciente de las serias consecuencias para la Isla si no se solventa la situación. Sus directivos temen incluso que Tenerife se adentre en una grave crisis económica y social -más paro y destrucción de empresas- si no se recupera la conectividad aérea y marítima.

Como posibles soluciones a la actual debacle, el secretario general de la patronal tinerfeña, Pedro Alfonso, propone aprovechar los fondos extraordinarios europeos, los presupuestos autonómicos y el propio plan de desarrollo de Canarias para posibilitar compensaciones a las pérdidas de todos los sectores vinculados al turismo y al resto de servicios de los que depende la economía insular en más del 80% de su actividad.

Afonso entiende que, amén de las ayudas, la Isla debe crear nuevas infraestructuras, apuntalar las ya existentes y ampliar la oferta de plazas de comunicación de personas y mercancías para que Tenerife siga siendo competitivo en materia industrial, agrícola, de construcción, comercial y servicios; en definitiva, para recuperar la pujanza perdida a corto y medio plazo. Los efectos de la pandemia exigen un programa de apuntalamiento y expansión del sector turístico. Y estas medidas deben dirigirse al tráfico interinsular, nacional e internacional -tanto para personas como para mercancías-, marítimo y aéreo.

Como conclusión, Tenerife debe despertar, debe alzar la voz para que las autoridades regionales e insulares sitúen a la Isla en el lugar de privilegio que le corresponde y así poder sortear la crisis originada por la pandemia. La Isla precisa viajeros, necesita con urgencia que se potencien sus aeropuertos. Y es el Cabildo el que debe financiar nuevas rutas. Si se cierra la puerta de entrada, Tenerife quedará aislada.