He seguido con mortecino interés la crónica de la nueva junta de control de la Televisión Canaria. Y hasta me he enterado –por boca de gente siempre bien desinformada– que hasta yo “sonaba” para estar en un sitio donde no iría ni loco. La nueva junta tendrá mucho trabajo que hacer. Y muy importante. Más de veinte años después de que algunos locos creáramos el canal canario –allá por 1999– la tele sigue sin tener instalaciones y medios propios. Es algo que hay que solucionar de una vez y para siempre. Como la situación del personal que lleva años trabajando en la casa. Y además, ofrecerle a nuestra tele la posibilidad de tener una calidad de señal que no sea como la de ahora; que da vergüenza ajena. Todo eso y muchas cosas más dependerán del director general y la nueva junta, donde hay gente preparada, que sabe de la cosa. Y que sobre todo conoce que la pretensión de todo partido político con los medios públicos tiende a la propaganda, como las cabras tienden al monte. Habrá que meter esas cabras en el corral, pedirle al Parlamento de Canarias que defina qué modelo de televisión está dispuesto a pagar y lograr después que dejen trabajar a los profesionales con independencia. Porque el peor trabajo profesional siempre dará mejor resultado que el de la mejor instrucción política. Mucha suerte a los colegas que tienen el futuro de “la nuestra” en sus manos. A ver si les dejan hacer algo.