No se puede decir que nos mientan. No creo que sea así porque tiene muy poco sentido decir una trola hoy y hacer el ridículo mañana. La razón de estos tiempos líquidos, en donde se anuncia una cosa que luego resulta ser falsa, hay que encontrarla en el desorden, la desorganización, la improvisación permanente y la urgencia por conquistar un titular de prensa.

Hace tan solo unas semanas se anunciaba a los canarios, canarias y canaries que el buen Gobierno de España, sensible y cariñoso con esta tierra, nos iba a pagar el dinero que nos deben para hacer carreteras. Que sepan que, de momento, no es verdad.

La administración central es la que invierte en las carreteras de interés estatal. O sea, en las que conectan unas comunidades autónomas con otras. Desde la transición hasta hoy se han tirado paletadas de millones en piche para un nuevo sistema de autopistas y autovías que han modernizado el transporte por carretera en España. Los “corredores” viarios en la península, junto con las nuevas redes ferroviarias –más de 50 mil millones de inversión en el AVE nos han llevado a tener la segunda red del mundo en extensión– han conectado perfectamente el país continental.

Canarias no linda con ninguna otra comunidad. Estamos solos, aquí abajo, como siete ceniceros atlánticos. Así que se diseñó un sistema distinto. En vez de invertir, Madrid nos daría el dinero a nosotros para que las carreteras insulares se diseñaran y adjudicaran aquí mismo. Mira qué bien. A más de cuatro se le pusieron los dientes largos pensando en ese dinero y esos concursos. Y se acordó que cada periodo de tiempo se firmaría un convenio de carreteras donde vendría la pasta: unos doscientos millones al año, a día de hoy. O sea, nos quedamos fuera del sistema estatal. Y los trenes, ni olerlos.

Cuando vino la anterior crisis peluda, el Gobierno de Rajoy empezó a recortar de todos lados. Y le metieron la tijera a las inversiones en carreteras. Nos levantaron unos ochocientos millones de euros del convenio firmado. Fuimos a los tribunales y ganamos. Les condenaron a pagarnos mil millones: el principal y los intereses. Y hasta hoy.

Hace unas semanas el Gobierno canario anunció a bombo y platillo que se nos iban a pagar 400 millones de ese dinero que nos sisaron. Era una triquiñuela. En realidad no iban a darnos un dinero extra, sino aumentar dos años la duración del actual convenio. El timo de la estampita. Como el que dice que te paga un mes vacaciones, pero siempre y cuando lo trabajes.

Pero incluso eso ha resultado ser una trola. El Ministerio de Hacienda no ve claro el supuesto acuerdo que pactó el ministro de Transportes, Abalos, con Canarias. Nuestro consejero del Piche y el Bloque, Sebastián Franquis, anunció que la firma del acuerdo sería después de la semana santa. Claro que no dijo de qué año. Podría ser dentro se seis siglos. Que es la pinta que tiene, porque la ministra del dinero, la señora Montero, no sabe y no contesta.

El recorte

Geografía

Hace no mucho tiempo, en un vídeo de la factoría del Cabildo tinerfeño se presentaba como playa de Tenerife una bella extensión de arena blanca con una selva tropical y una cascada al fondo. Gente cascada tenemos para dar y regalar, pero de cataratas en la playa andamos escasos. La imagen se tomó “prestada” de un destino tropical, como es obvio, y hubo que quitarla velozmente. Hace unos días fue la comidilla, otra vez, una nueva pifia. En una página en internet de la nueva campaña Tenerife, despierta emociones a alguien se le apagó la luz de la geografía y más que despertar emociones provocaba estupor. Por poner algunos ejemplos, en un mapa de localizaciones colocaban la casa de Los Balcones de La Orotava en Güímar y las famosas pirámides de ésta ciudad en Icod; la Cueva del Viento en La Laguna –junto al Loro Parque– el TEA en La Orotava, el parque rural de Anaga en Teno y, entre otros disparates, la basílica de Candelaria en Santa Cruz. Vamos, que el mapa de localizaciones de lugares de interés no daba ni una. El disparate causó un considerable impacto crítico –¡buena es la gente para que le muevas el patrimonio!– y fue rápidamente eliminado de las redes. Es de suponer que para proceder a su inmediata corrección. Meter la pata es tan humano como imposible de evitar, pero en este tipo de productos convendría echar una buena revisión antes de publicarlos. Porque después de lo de la cascada, ya “llueve sobre mojado”, por así decir.