Me contaba un conocido consultor político que mi papel en la política era como la de una dietista emocional. Esa persona que no compite con los asesores, que no aspira a un gabinete, ni a un puesto, que sólo quiere proteger al candidato o al ser humano que esta detrás del cargo publico. Sostenerlo, protegerlo, apoyarlo y creer al cien por cien en él, incluso, cuando él mismo ha dejado de hacerlo.

A veces te encuentras en medio de guerras y batallas sin sentido. Llegas a los equipos y pasas por unos procesos de análisis y medición costosos en tiempo, y en energías.

Ese concepto de dietista emocional es un pequeño relato que define muy bien el papel del coach político y del psicólogo dentro de la política o, de alguna manera, mi papel en las campañas y en el trabajo con los cargos públicos o candidatos políticos.

Somos intensos y cortos en el tiempo. Queremos estar lo justo y, cuando nuestro cliente ha llegado a su objetivo, nos retiramos o espaciamos nuestra presencia, hasta que nos quedamos solo para una llamada de felicitación de navidad, de cumpleaños o alguna consulta o contraste en algún momento especial para la persona. Ese es el secreto; la comodidad y la confidencialidad. Un espacio seguro, confiable para el ser humano, más allá del cargo público.

Lo aprendí de este maravilloso consultor. Mi presencia la explicaba de una forma muy bonita y sencilla. Le decía a los asesores, a los jefes de prensa y cargos orgánicos: ”¿verdad que si vuestro candidato fuera a la dietista porque le sobran unos kilos, nadie se sentiría amenazado, ni nadie competiría con la dietista?. Una dietista no va a ocupar vuestro lugar, porque ni vosotros podéis hacer el trabajo de la dietista, ni la dietista el vuestro. Lo animaríais a que se pusiera en manos de ella. Eso no le garantizaría ganar las elecciones, pero sí puede beneficiarle en salud, imagen pública, autoestima, comodidad, credibilidad, seguridad… Estaría acudiendo a la dietista el tiempo que fuera necesario hasta que llegara a la figura que deseara. Hay personas que necesitan un mes, otras varios meses, otras un año y algunas personas viven a dieta prácticamente toda la vida”.

Algo similar es el coach político o psicólogo; es esa persona que llega en uno de los mejores momentos; en la elección, en la campaña, en el inicio de legislatura, en el nombramiento de un cargo orgánico, en ese momento de proyección personal. Llegamos en los momentos en alza, y estamos con los mejores, para hacer sostenible su éxito y para ser el mejor paracaídas durante su vuelo.

No venimos a enseñar, ofrecemos soporte para que la persona tome conciencia de todo su valor, para que se focalice en sus fortalezas y potenciarlas juntos; acompañarle para que no sea uno más y consiga diferenciarse en ese mar de peces que es la política; para generar identidad propia.

Entrenar con un psicólogo – coach marca por sí mismo la diferencia; los demás te otorgan mayor valor. Sencillamente, le presuponen a la persona mayor fortaleza, mayor seguridad, preparación y estrategia.

Entrenamos el autoconocimiento, para sacar lo mejor de la persona. “Acompañamos mientras dudas, pero no dudamos de ti”. Entrenamos juntos esa comunicación no verbal, esa forma de potenciar los discursos. Generamos una plataforma de diálogo, de conversación, para que el político pueda dudar y contrastar, exponer sus miedos para gestionarlos y superarlos. Desarrollar estrategias de motivación de sus equipos, compartir su soledad.

Nos gusta reducir en minutos su alta velocidad para que no derrape, lo que nosotros llamamos “la curva de irrealidad”; esa curva que le distancia de la ciudadanía y de sus equipos. De la que difícilmente se toma conciencia porque la velocidad es aterradora y te distrae.

Es un espacio para diseñar planes diferentes, alternativas. Consolidar el Plan A y definir un Plan B. Un espacio cómodo para analizar la toma de decisión, contrastando las diferentes alternativas.

No somos consultoría estratégica, nosotros trabajamos aspectos relacionados con la persona; sus deseos, sus pasiones, su plan de acción, sus emociones, su autoestima, su motivación, su capacidad de responsabilidad, sus valores, la gestión de sus pensamientos… Y desde el autoconocimiento desplegar el desarrollo de su comunicación personal.

Ese entrenador personal que no adula, que no calla, que no te confirma todo lo que dices. No te compra la realidad, te ofrece un espejo para que la observes y descubras que esa es tu realidad y, a la vez, no es la exclusiva. A veces se está tan ocupado en los fines generales del partido que olvidamos los objetivos y valores propios.

El reto de un coach político es combinar el trabajo de campaña, de estructura orgánica, de comunicación, de prensa…, y conectarlo todo con lo que el cargo público o candidato piensa y siente para, así, llegar a su ciudadanía.

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