El jueves pasado se dio esta cifra. Una cifra poco estática al tratarse de personas en situación residencial extrema en Tenerife computada por Cáritas diocesana de Tenerife durante el segundo semestre de 2020; y solo en la isla de Tenerife. 1784 personas que, tal vez, al decir “exclusión residencial extrema”, no percibimos la gravedad de una situación de personas en calle, en infraviviendas, sin techo, con problemas graves de exclusión.

El artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos habla de que toda persona tiene derecho a una vivienda digna. Y entre nosotros se computan 1784 personas sin acceso a este derecho. Esto no es lo más grave, siendo gravísimo. Es más grave que en el imaginario colectivo pueda darse la valoración supuesta de que quien está en calle lo está porque ha decidido estarlo. O sea, que la culpa es suya.

Y puede ser que exista responsabilidad personal en la situación en la que están, como somos todos responsables de nuestros caminos vitales. En muchas ocasiones, las decisiones que tomamos generan situaciones como consecuencia que no siempre son las esperadas. Pero independientemente de las causas, hay que mirar la realidad presente y reconocer que una sociedad que se precie no puede mirar para otro lado cuando existen 1784 personas sin acceso al derecho humano a la vivienda.

Me impresionó el comentario de la Consejera de Asuntos Sociales del Cabildo en la presentación del informe que indicaba que, durante la situación de confinamiento radical el pasado año, existían personas sin vivienda a las que no se les permitía “ni estar en calle”. La paradoja en su extremo. Ni podían cumplir el “quédate en casa” ni se les permitía “estar en calle”. ¿Y dónde podían estar entonces?

Es un tema de solidaridad social serio este del que escribo. Y siendo imprescindible un informe serio y riguroso, no es suficiente si no se concreta en acciones políticas y sociales adecuadas y si no van acompañadas por un ambiente social colaborativo. El juicio lo hemos de guardar hasta que se solucione el problema y evitar las causas sociales que están en la base de estos efectos no queridos.

Tú y yo, si se produjeran ciertas circunstancias que a día de hoy no prevemos, puede que estemos en una situación similar. Y visibilizar la situación debe servirnos para mirar con respeto a estas personas que están en esta situación.

En la calle no hay seguridad. El clima no está controlado y no siempre se cuenta con los medios para gestionar con normalidad la vida. Hay una soledad añadida que taladra el mundo emocional. La frustración cohabita siempre en los carros de supermercados que custodian las posesiones, junto a otras patologías que sueles ir de la mano. Estudios serios señalan, por ejemplo, que no se sueles estar en la calle porque se abuse del alcohol, sino que se suele abusar del alcohol porque se está en la calle.

Dicen que el canal, muchas veces, es el mensaje. Pero la mayoría de ellas, el canal es el lugar por el que se transmite el mensaje. La calle es el espacio para dirigir nuestras vidas de un espacio a otro. La calle no es el destino. No puede ser el destino.

Existen entre nosotros 1784 personas cuyo destino es la calle.