Decían los viejos que a quien dios no le da hijos el diablo le da sobrinos. En política podría decirse algo parecido, pero con los compañeros de viaje. La insólita placidez política que ha vivido el mandato de Luis Yeray Gutiérrez corre peligro de saltar por los aires a cuenta de las peleas de otros. Porque bajo los cielos de La Laguna se está gestando una ciclogénesis política explosiva. Nubes de tormenta que están cargando el ambiente y amenazan descargar rayos y centellas.

Existe una perversa manera de hacer política, que consiste en utilizar los resortes judiciales, policiales y mediáticos para asegurarse de la destrucción del adversario. Y ha tenido éxitos sonados. Porque aunque no en todos los casos se consigue empitonar judicialmente al acusado, lo que si está garantizada es la pena de telediario y el despliegue de escandalosos titulares aventando informes policiales que a menudo son dañinas obras de ficción. El retorno seguro que tiene la inversión en estas artimañas consiste en bastantes años con el rival metido en una trituradora informativa que va convirtiendo su prestigio en carne mechada.

A las pocas horas de que el “caso grúas” se diluyera en la nada más nadeante, se presentó en sociedad el “caso reparos”. Si uno no funciona, tenemos más torpedos. ¡Será por munición! A rey muerto, rey puesto. No hay que olvidar, sin embargo, que la primera acusación contra Fernando Clavijo, aunque archivada, consiguió dos cosas nada despreciables. La primera, impedir que fuera a la Presidencia del Gobierno canario. Y la segunda, que decidiera mandarse a mudar al Senado, para buscar instancias judiciales que no estuvieran intoxicadas por prejuicios muy adversos. Y para los ilusos que creen que la Justicia es igual en todas partes y con todo el mundo, se recomienda repasar la fonoteca judicial canaria.

Si todos los alcaldes de España fueran denunciados por levantar reparos, nos quedaríamos sin ayuntamientos. Es una práctica común en las administraciones locales. Pero lo importante no era el huevo, sino el fuero. Seguir arrinconando a Clavijo contra la pared judicial. Y tener otra bala de plata para cuando lleguen las próximas elecciones autonómicas. Porque siempre habrá tontos útiles, como los de Ciudadanos, que digan que los investigados tienen el mismo estatus que los condenados. Y que con ellos, ni agua.

Por el camino de este nuevo Gólgota, que como todos iba atado y bien atado, el denunciador mayor del reino, Santiago Pérez, cometió el error de meter en el mismo saco de Clavijo a su ex compañero Javier Abreu. Y abrió la caja de Pandora. Porque Abreu, que ya no tiene mucho que perder, no estaba dispuesto a que le utilicen como un trapo judicial en las batallitas personales y rancias deudas de odio. Y aplicó todo su mucho talento, sus contactos y su esfuerzo personal, para poner en marcha la venganza del chinito.

Para empezar, reveló en los juzgados las llamadas que había recibido para que “fuera bueno”: es decir para que también apuntalara la culpabilidad del ex alcalde Clavijo ¡colaborando con el discurso de quien le acusaba a él! Es asombroso hasta qué punto se menospreció —por gente que supuestamente debía conocerle— la inteligencia de Abreu, por no hablar de su dignidad. Le echaron del PSOE por no arrodillarse ante los de Coalición Canaria, con los que luego pactaron. Le expulsaron del ayuntamiento cuando ganó la izquierda. Y mientras recibían de regreso al partido a Santiago Pérez, con honores y distinciones, le pidieron al represaliado que aceptara dócilmente un papel de conveniente comparsa en la causa contra el líder de CC. Ahí es nada.

Con el puñal en la espalda, Abreu se puso a la tarea de buscar la basura debajo de la alfombra de sus viejos compañeros socialistas —Pérez ya incluido, por supuesto— que ahora están al frente de Aguere. Y con todo eso, según parece, se ha confeccionado un Sputnik que lleva dentro muchas Laicas — como la perrita que mandaron a morir en órbita— reparos, conciertos, padres, primos, tres sobrinos, cuatro bodas y un funeral.

¿Y qué va a salir de todo esto? Por supuesto que nada bueno. Pero donde las dan, las toman. Quienes decidieron que los juzgados pueden ser una muy útil prolongación del juego político fueron otros. Así que queda inaugurado este nuevo pantano.

Matemática para cebollinos. Si tienes alquilado por mil euros al mes un coche que vale veinticuatro mil euros, a los dos años habrás pagado el valor del vehículo. Así que, tolete, ¿no habría sido mejor que lo hubieses comprado? El próximo mes de julio vence el alquiler de los estudios y medios técnicos de la Televisión Canaria. Con lo que se ha pagado en alquileres, en tantos años, se podría disponer hoy de infraestructuras propias. La calidad de la señal de la televisión canaria es vergonzosa —peor que la de muchas televisiones locales— y es impresentable que tantos años después aún no disponga de medios suficientes en propiedad. La culpa no es del actual administrador único, ni de los directores de la casa que han sido, sino de unos gobiernos y un Parlamento que solo han visto al medio público como un juguete de propaganda oficial. Y ya está bien. Sacando a concurso un plurianual, cualquier empresa tecnológica invertiría en equipos de última generación y en las instalaciones que necesita la tele. Y ese dinero se podría ir pagando en los años que corresponda, para que al final todo quede en propiedad de la televisión. Hay que tomar medidas estructurales, limpias y transparentes. Acabar con esta permanente provisionalidad que lleva a tomar decisiones chapuceras y precipitadas en la prórroga de todos los partidos. Darle una solución estable y sólida al personal de la casa. En suma, hacer las cosas bien de una puñetera vez. Que ya está bien.