La historia de los compendios del saber humano ha pasado por numerosas fases. De los comentarios a las sentencias, de las sumas a los tratados, de las enciclopedias a las revistas científicas. Las certezas que están detrás de estos modos de recolección del saber pasan de suponer que podemos compendiar el saber dentro de los límites de un libro, o quienes suponen que el saber es dinámico y solo cabe en un espacio abierto de publicaciones periódica. Es así, detrás de un modo de publicar estar una filosofía subyacente. Hacemos conforme pensamos.

Las mentalidades tienen mucha importancia a la hora de asumir la dinámica de la existencia. Si suponemos que la historia es un proceso cerrado, circunscrito y dominado, preferiremos un manual a un artículo de revista. Pero si consideramos que la historia es una tela de araña en las que el conjunto tiene una capacidad limitada de explicar el acontecimiento concreto, preferiremos un artículo a un tratado. Es así de compleja la comprensión de la realidad.

Podemos dar por sentado que cabemos en una enciclopedia. Que podemos conocer la vida de otra persona y estandarizarla de tal modo que las podamos convertirla en objeto de investigación y conclusiones exactas. Y la vida no cabe en una enciclopedia por grande que esta sea. Una persona es una verdad dinámica y huidiza que se resiste ser definida. Lo más que podemos hacer son aproximaciones.

Actualmente existen avances significativos en los estudios de campo y en los análisis sociológicos. Y son de una ayuda extraordinaria para la toma de decisiones acertadas en orden a conseguir apoyar institucionalmente el bien común. Quién va a negarle el valor a los estudios de la Fundación FOESSA sobre la pobreza y la exclusión en España. Son datos contrastados, y con un rigor y una fundamentación metodológica impresionante.

Ayer mantuve una reunión con un grupo de personas en una experiencia llamada escuela de comunidad en la parroquia de Santo Domingo de Guzmán, en La Laguna. Expusimos los datos de la última memoria de Cáritas diocesana. Y, casi espontáneamente, surgió un comentario sobre el número de familias atendidas: 5.180 familias. Y mirando la cifra proyectada en la pantalla, alguien rompió el silencio con una pregunta. ¿Qué familia es esa que hace que la cifra pase de 5.179 a 5.180?

No era una pregunta inocente. Porque esa familia en concreto es peculiar, distinta, con una necesidades y una historia familiar propia. Está compuesta por personas que crecieron en el seno de otras familias peculiares, distintas… Esa familia se resiste a ser definida como una unidad de atención que completa una cantidad específica de atenciones. La vida no cabe en una estadística, no es enciclopediable, si se me permite esta palabrota.

Una memoria, un estudio sociológico, una investigación de campo, serán siempre aproximaciones a la realidad. Importantes, fundamentales, necesarios, pero siempre aproximaciones. La realidad tiene carne concreta, situaciones peculiares, miradas y biografías que rebosan cualquier compendio. La persona y la familia son realidades inagotables.

Tu vida y la mía es más que un dato enciclopédico.