Como cada día, salgo de casa por la mañana y tranquilamente voy caminando hacia mi despacho. Observo a las personas que me voy cruzando en mi trayecto. Paso por delante de cafeterías, de tiendas, y siempre voy atenta a sus posiciones, colocaciones y forma de relacionarse. Las hay paseando a su perro, llevando a sus hijos al cole, corriendo a su trabajo, abriendo su negocio… Hay amigos que se encuentran y también están aquellos que toman café. Es curioso lo que se percibe en cada uno de ellos y en el conjunto de ellos. Ves ese encuentro, sin tocarse... Ves esa mesa compartida... distante. Los ves caminando... separados, te cruzas y, por favor, no me roces. Muchas veces da la sensación de ir sorteando obstáculos hasta llegar a una zona menos concurrida, aunque ves poca gente en general, y en general, a la que ves, está como tristemente contenida.

Camino y siento carencias. Veo sonrisas, pero no son completas. Veo relaciones, pero no conectan. Ojo, no todos pero sí en gran parte de ellos. Noto la falta de afecto que está situación nos está generando. Quizás por la tensión con la que se está viviendo. Tampoco se nos está permitiendo poder estar estando… y demostrando lo que sentimos por la otra persona. Quizás estamos más en nuestras preocupaciones y marcados por el agotamiento psicológico que en enriquecernos emocionalmente de la persona que está al lado. Quizás tanto malestar ha creado una barrera que no nos deja abrirnos ni disfrutar del afecto. Quizás… Pero entonces ¿dónde vamos a acabar si seguimos con esta falta de afecto?

Como dijo Audrey Hepburn, “nací con una enorme necesidad de afecto, y una terrible necesidad de darlo”.

Todos nacemos con esa necesidad, TODOS. Pero el afecto no se traduce exclusivamente en amor, aunque el amor sí pueda ser un claro componente de él. Todos necesitamos amor, claro que sí. Y sentirnos queridos… y deseados e importantes. Y valorados... Pero el afecto es más sutil a todo ello. El afecto te lo puede proporcionar tu mascota; el afecto te lo puede dar el tendero que lleva años viéndote crecer y con el que se ha establecido una relación afectuosa, llena de cariño y de respeto. Te lo puede dar también tu amigo, y tu pareja. Sí, e incluso el adorable señor mayor con el que me crucé ayer tres veces, y a la tercera me hizo tal demostración de afecto ante tanto cruce que me sacó una sonrisa de oreja a oreja y me hizo sentir, pues eso, existente… y querida… ¿Qué bonito , no? Hablamos del afecto pero creo que pocas veces nos planteamos el significado de tan poderosa palabra.

Pensamos en afecto como verbo. Y sí, las cosas pueden afectarnos más o menos. Dependerá de cómo hayamos aprendido a gestionarlas a lo largo de la vida. Pero si entramos a hablar del afecto como fenómeno psicológico, me empiezan a surgir miles de ideas donde el afecto está latente y, es más, cómo esa necesidad de afecto... nos afecta y, sobre todo en la actualidad, nos está afectando aún más.

El afecto es un elemento tan imprescindible para el ser humano que su ausencia está vinculada a psicopatologías como la depresión, la ansiedad, la sociopatía o, incluso, como factor de gran importancia en el surgimiento de trastornos de personalidad. La carencia de afecto predispone a enfermedades médicas o a que éstas empeoren, así como a una menor tasa de supervivencia en, por ejemplo, casos de cáncer o cardiopatías. ¡Qué poco valoramos a mi querido afecto!

El afecto es fluido y variable. Puede cambiar según cómo sea la interacción. Se expresa de muy diversas formas, Tiene su propia armonía y vida dentro de cada uno, donde generalmente se invierte energía con tal de hacer sentir bien a la otra persona (tanto si es de forma visible como si es imperceptible por los demás). Y esas muestras de afecto, a su vez , pueden recibir diferentes tipos de respuesta por parte del otro. ¡Como mi encuentro de ayer!

El afecto es difícil de definir porque no es un sentimiento en sí, pero si está compuesto de alguno de ellos, pues cuesta dar una definición que abarque la grandiosidad de tan corta palabra. Si buscas su definición encontrarás que el afecto es la disposición que tiene una persona o animal hacia otro ser o situación. ¡Toma ya! Pero si profundizamos...

Partamos de la base de que somos seres sociales y que somos seres que se nutren del sentimiento del amor, y que en función de cómo se establezcan nuestro lazos afectivos desde que nacemos, seremos de una manera o de otra. ¿Curioso, verdad?

Corren tiempos difíciles. Corren tiempos en los que nuestro corazón se ve afectado por el distanciamiento social, la tensión acumulada, el malestar psicológico, los problemas de necesidades no cubiertas, las rupturas, los alejamientos, la falta de contacto físico está llegando a extremos insospechados. ¿Qué poco costaría poder dar un poco más de afecto no? Nos hace sentir tan bien…

Afecto, ese fiel compañero que nace con nosotros, que vive con nosotros y que te hace sentir a lo largo de tu vida las grandes emociones que te dicen que estás completo, que nada te falta porque… estás lleno de él. ¡No te olvides! ¡Exteriorízalo, que no cuesta nada y da mucho!

http://anaortizpsicologa. blogspot.com.es/