Comentaba Santiago Ríos en diferentes ocasiones la rareza que le supuso a algunos espectadores que un platanero fuese el protagonista de Guarapo (Hermanos Ríos, 1988), cuestión que reivindicaba comparándolo con el cowboy de los western hollywoodienses. A Armando Ravelo se le han presentado también cuestiones muy similares, en las que siempre le planteaban si sus historias interesaban fuera de nuestra frontera.

Una de las tareas del Proyecto Bentejuí ha sido precisamente la de contar historias canarias que fuesen entendibles (¿cómo no iban a serlo?) en todo el planeta. Han recuperado, de la misma forma que lo hizo Guarapo, las posibilidades de hacer una narrativa que parta de lo local hacia lo universal, tal y como ha hecho el western.

Así pues, el filme de los Hermanos Ríos supuso en su estreno uno de los mayores hitos del cine canario. Luego, llegó Mararía (Antonio Betancor, 1998) y nos volvió a colocar una década después en el panorama nacional con la adaptación homónima de la novela de Rafael Arozarena. Desde entonces la participación de productoras canarias se ha vuelto algo más constante, aunque la mayoría de filmes se proyectan lejos de los circuitos comerciales.

Por lo tanto, un largometraje canario en cartelera no deja de ser una rara avis, como será próximamente el caso de La Piel del Volcán, el mayor proyecto al que hasta ahora se ha podido enfrentar su director, Armando Ravelo. Si el cineasta grancanario ya ha demostrado la suficiente capacidad y personalidad para sacar proyectos de escaso presupuesto con una factura más brillante de lo que el bolsillo podría lograr a priori, ¿qué debemos esperar de este con una obra que ya adquiere otra dimensión?

La ilusión que genera la película está justificada, no solo por el significado que tiene ver una producción canaria en cartelera, sino por contar una historia completamente ambientada en las Islas. Armando Ravelo, ante el escaso rigor de propuestas como Tirma (Paolo Moffa & Carlos Serrano de Osma, 1954), ha apostado por crear una visión del indígena canario mucho más próxima a la realidad. Aunque el filme no solo trata de nuestra protohistoria, sino que también nos propone otras dos líneas argumentales: una historia ambientada durante la represión franquista (1941) y otra en la actualidad (2021). Por consiguiente, estamos hablando de tres historias paralelas que, sin llegar a convergir del todo, se referencian a través de distintos elementos.

Un detalle del rodaje. El Día

Sus actores principales, Maykol Hernández, Mingo Ruano y Yanely Hernández, conforman al mismo tiempo los papeles protagonistas de cada una de las tres tramas. Un ejercicio de trepidante “camaleonización” en la que los tres soportan a la perfección todo el peso dramático del filme. En este sentido, recuerda a El Atlas de las Nubes (Tom Tykwer, Lilly & Lana Wachowski, 2012), aunque dramáticamente la propuesta canaria está mucho más simplificada.

La composición tripartita de la narración nos lleva a hablar de la construcción de la película a través del montaje paralelo. El resultado proporciona un ritmo alto que es constante: cuando no hay una acción, está la constante acción en potencia, un suspense que mantiene al espectador en un vilo continuo. No obstante, el éxito primordial de La Piel del Volcán, en cuanto a su ritmo, reside en sus primeros compases, donde destaca un poderoso plano secuencia que presenta los hechos de manera muy atractiva, con gran capacidad para absorber al espectador y generarle la suficiente curiosidad como para que continúe viendo el filme con especial interés.

Así pues, su fotografía (a cargo de Mario Blanco) está muy bien cuidada, destacando en los paisajes áridos y de colores terrosos, así como en sus interiores, donde el apartado artístico muestra continuas referencias que construyen un entramado simbólico que eleva a la película por encima del producto de entretenimiento, ofreciendo otros elementos para los espectadores más reflexivos y exigentes. Lo mismo ocurre con los efectos de sonido y la banda sonora a cargo de Navid Hejazi, el compositor habitual del Proyecto Bentejuí.

El Día Una escena de la cinta.

En consecuencia, y volviendo a la pregunta que nos hacíamos, La Piel del Volcán es todavía una película indescifrable en lo referente a la Historia del cine en Canarias, aunque instantáneamente ya forme parte de la misma. Armando Ravelo ha apostado por contar una historia tan nuestra como hizo Guarapo o Mararía, reivindicando, una vez más, que Canarias también puede ser fuente de inspiración para el cine. Lo que nos queda por averiguar ahora es si su éxito puede devolvernos la ilusión por construir una industria en Canarias o si, por el contrario, continuaremos dentro de unos años en el mismo páramo. Desde luego, lo que sí sabemos con certeza es que nuestro Cine necesitaba esta película.