Además de los infinitos memes del barco varado en Suez, también se han hecho correr algunas fake news sobre el tema, tales como que el buque estaba capitaneado por una mujer. La mentira ha tenido buena acogida entre los círculos más machistas, reforzando el cliché de la presunta incapacidad de las mujeres en materia de conducción de vehículos. A todo este grupo de cavernícolas que aún andan por el mundo les irá bien conocer la historia de Isabel Barreto, que comandó la primera expedición de la historia por el sur del océano Pacífico en 1596.

Por desgracia, el hecho de ser una mujer en un mundo de hombres –algunos de los cuales no la podían ni ver– hace que su biografía no pueda ser tan precisa como en el caso de otros navegantes de aquella época.

Nació en 1567, aunque se duda si era originaria de Pontevedra o de Lima, donde su padre formaba parte de las primeras expediciones de conquista. Sea como sea, se sabe que estaba allí desde muy joven. Aun era una adolescente cuando conoció a Álvaro de Mendaña, un marinero mucho mayor que ella que había descubierto las Islas Salomón. Les había dado aquel nombre porque creía que era donde el bíblico rey habría encontrado las minas de oro de donde proveerse para construir el templo de Jerusalén. Sin embargo, no era más que una de tantas leyendas que alimentaban las esperanzas de los colonizadores. Todos soñaban con encontrar una tierra llena de riquezas. Isabel no fue una excepción.

En 1586 la pareja se casó y comenzaron los preparativos para volver a las Salomón y hacerse con la supuesta fortuna que les aguardaba. Desde el primer momento Barreto dirigió la expedición, que no zarpó hasta 1595. Estaba formada por cuatro naves y unas 500 personas, entre las que había esclavos africanos de ambos sexos para así asegurarse tener mano de obra para trabajar las nuevas tierras. Entre la tripulación estaba el portugués Pedro Fernández Quirós, piloto de uno de los buques y contrario a la presencia femenina en las expediciones.

Pronto se vio que la realidad era mucho más dura que la fantasía. Mendaña no había anotado bien las coordenadas durante su primer viaje y no había forma de localizar las Salomón de nuevo. Durante el trayecto se encontraron con otro conjunto de islas que llamaron Marquesas, en honor al virrey del Perú, marqués de Cañete.

Finalmente divisaron el sur del archipiélago de las Salomón y se establecieron en una isla que bautizaron como Santa Isabel. Allí Álvaro de Mendaña murió, parece que víctima de la malaria que eliminó la mitad de los efectivos. Antes de traspasar, hizo testamento a favor de su esposa, a quien designó heredera universal. Entonces Isabel Barreto, al ver que allí no estaban los anhelados tesoros, decidió zarpar y poner rumbo a Manila. Era una travesía de 20.000 kilómetros que nunca nadie había hecho antes. Durante el trayecto perdió dos barcos y muchos hombres, y tuvo que hacer frente a motines y protestas, pero nada la detuvo.

En febrero de 1596 el único barco superviviente atracaba en Filipinas y ella era recibida con honores de mandatario. Todo el mundo estaba impresionado por la hazaña que acababa de protagonizar. Pero Barreto no había terminado las ansias de aventura y al cabo de un año, junto con su segundo marido, el también gallego Fernando de Castro, que era sobrino del gobernador de Manila, zarpó en dirección a América. El matrimonio primero llegó a Acapulco y después a la costa argentina.

Mientras tanto Quirós reclamó ante la corona las propiedades de Mendaña, desacreditando a Barreto, de quien dijo todas las pestes imaginables. En 1609, Barreto y Castro se presentaron ante el rey para defenderse y reclamar lo que era suyo, pero no lo consiguieron. Entonces volvieron a América, donde el marido de Isabel fue nombrado gobernador de Castrovirreyna (Perú) en 1612.

Ella murió ese mismo año dejando para la historia muchos interrogantes sin respuesta y una biografía de la que nunca podrán presumir muchos hombres del siglo XXI, que lo único que saben hacer es difundir fake news machistas.