Una amiga me saluda con un “estarás contenta”, refiriéndose a la aprobación en el Congreso de la regularización de la eutanasia. Cuando le contesto que “a medias”, me pregunta el porqué. Y mis “porqués” son muchos. Como los años de espera desde aquél del desencanto con la ministra de Sanidad del PSOE que tumbó la iniciativa porque “no había clamor popular”!

Este último debate en el Congreso concluyó con 202 votos afirmativos y 141 noes. Parece que, algunos de los que se opusieron o abstuvieron, aclararon que por motivos religiosos. De eso no opino para no perder el tiempo. Pero sí me asombra de que un partido como el PP (recordemos que el segundo del país) justificase su contra amparándose en los Cuidados Paliativos porque demuestran que, incluso en las clases sociales consideradas más afortunadas en su acceso a la formación académica, puede existir bastante batiburrillo de ignorancia.

La Ley no entrará en vigor, previsiblemente, hasta dentro ¡de 3 meses!. Y ya, con demasiados plazos y ratificaciones a exigir a las víctimas de padecimiento. Un primer parón de 15 días, más los hasta 10 días para la respuesta, más los concedidos a la comisión, más los de ésta para nombrar a expertos evaluadores, más los de éstos para decidir e informar: O sea que, solamente para la autorización, puede pasar casi un mes y medio de espera.

Pasa de puntillas por el suicidio asistido, aunque entiendo que éste debería ser escrupulosamente legislado y vigilado pero, ¿qué ocurre con casos pendientes auténticamente flagrantes?, como el marido que ayudó a su mujer (en avanzado estado de esclerosis) a terminar con su sufrimiento y que está imputado, incluso, por ¡violencia de género!...

Lo que llaman “garantista” y que para mí, en según qué estado, significaría “una tortura”. Además de un par de solicitudes, separadas por esos 15 días, la charla con el médico para asegurar que el enfermo entiende el proceso sobre su diagnóstico, las posibles terapéuticas y que comprende la información que se le facilita”. Con otra posterior, después de la segunda solicitud, de similares características. Ello sumaría 4 veces de confirmación por parte del extenuado paciente.

El médico a su cargo, tendrá que pedir la opinión de un facultativo con formación en la patología del paciente. Además una comisión nombrará a un par de expertos, uno de los cuales tiene que ser jurista. Sólo sigue adelante el proceso si ambos están de acuerdo. Si no lo hay, se puede hasta llegar ante la “jurisdicción contencioso-administrativa”.

Y, finalmente, queda a cargo de cada comunidad autónoma la creación de una comisión con carácter multidisciplinar que elaborará un reglamento interno.

Así que, ante todo este maremágnum, lo que, realmente, siento es un agradecimiento infinito por las veces que Charge.org invitaba a firmar peticiones pro eutanasia, a la Asociación Derecho a Morir Dignamente porque han sido valientes y coherentes (y porque hayan anunciado que, a partir de ahora, vigilarán el cumplimiento en cada comunidad) y, sobre todo, mi recuerdo con especial ternura, que es otra forma de gratitud, a Ramón Sampedro. Porque hace 23 años, en cierto modo, él inició este camino para que mi muerte sea como mi vida, felizmente, de mi propiedad.