Hace un par de días le leí a un escritor canario que él no había escuchado ninguna canción de Hasél, pero se quedaba atónito que se metiera en la cárcel a alguien por desarrollar su “labor creativa”. Hombre, no está mal leer previamente a alguien si le vas a hacer una crítica literaria o un exorcismo moral. “No me da pena tu tiro en la nuca, pepero”, es una explosión creativa que también se abre, generosamente, a la impavidez frente al horadamiento de nucas socialistas. Arcadi Espada reproducía ayer otros vibrantes versos del vate dedicados al alcalde de Lérida: “Merece también un navajazo en el abdomen y colgarlo de una plaza y que le metan una bomba, que revienten sus sesos y que sus cenizas…” ¿Y ese delicado pareado que reza “Merece que explote/ el coche de Paxi López? “ En fin. Este muchacho, que una vez intentó quemar vivo a un periodista, ha entrado en la cárcel no por instrucciones de un gobernador civil, sino por la sentencia de un magistrado después de un proceso judicial. Sigo pensando en lo mismo: todo lo que pueden calificarse como delitos de opinión deben desaparecer y pasar a la jurisdicción civil. Nada de cárcel –salvo que, obviamente, exista una incitación directa y circunstanciada al crimen– y sí multas acumulativas y prestación obligatoria de servicios sociales durante meses o años. Lo que hace Hasél me parece despreciable y meterle en el trullo, un error de principios. Declararlo un creador supone conceder legitimidad a la romantización de la violencia política, a sus estúpidas simplezas ideológicas y su sebosa carencia de talento.

Dudo mucho que las pibadas que salieron a destrozar cosas en el centro de Barcelona y en Madrid –donde la policía se empleó a fondo por temor a perder el control, como ocurrió en la capital catalana– constituyan un ejército antifascista que se manifestara por la libertad del rapero. ¿Antifascista, por qué? ¿Quién es el fascista? ¿El juez que lo condenó? ¿Los policías que fueron a detenerle, por orden de ese magistrado, a negarse a ingresar voluntariamente en prisión? Se me antoja dudoso, incluso, que la mayoría de los manifestantes conozca a Hasél o lo hayan escuchado en alguna ocasión. Y mientras se suceden los cristales rotos y las cargas policiales el secretario de Organización de Podemos se lanza a apoyar a los jóvenes en las calles. ¿Que arden vehículos y contenedores? Daños colaterales en la sana lucha contra la opresión fascista que nos amenaza a todos. Podemos no va a dejar pasar una sola oportunidad para tensar las relaciones internas en el Ejecutivo en el payasesco juego interminable de ser gobierno y oposición. Lo hará hasta que todo salte por los aires.

No hay ningún proceso de fascistización de un Estado español que tiene al frente un gobierno de socialdemócratas y neocomunistas. Hay una quiebra del modelo territorial, una crisis sanitaria y una catástrofe económica y todo confluye hacia un descrédito creciente de las democracias liberales y representativas. Por su torpeza, por su incapacidad de intermediación entre las demandas ciudadanas y la realidad, por el fracaso en la selección de sus élites, por la fragilización del Estado de Bienestar y la fuerza arrasadora de la financiarización y del capitalismo de la atención. El año pasado en Canarias, una comunidad con más de un 30% de desempleo y un paro juvenil del 70%, el Servicio Canario de Empleo no ejecutó 130 millones de euros en plena pandemia. No creo que pueda achacarse todo este desastre a la consejera Elena Máñez. Pero sí a un modelo administrativo, a unos procedimientos reglados y unas condiciones jurídicas obsoletas y que llevan al fracaso y que no son corregidas por la obscena cobardía de la oligarquía partidista.