–¿Mamá, papá tiene fachaleco?– me preguntó mi hija estas Navidades, y como sí tenía, pero azul, le compré otro verde, genuino, gustoso y liviano. No me costó barato ni caro ni le vi oculto significado político, aunque en estos tiempos hasta las cruces –sobre todo las cruces– lo tienen. Tuvo éxito porque es cómodo y práctico, como una, tan de derechas, sabe que es la derecha. Luego en Reyes, decidí comprarme uno porque es pijo y me gusta lo pijo pero a poder ser barato. Adquirí en un Chino repijo uno casi idéntico, pero relleno de poliéster y cuyas cremalleras a mi hija no le molaron así que ella optó por la variante Zara, más auténtica. Acerté porque en el Instituto, entre corrientes, resulta de lo más conveniente.

Y como esta opinadora conservadora no bloquea en sus redes, ayer vi el siguiente tweet de mi nada admirado Iglesias: “Hemos empezado por nacionalizar el fachaleco, pero vamos a expropiarles todo lo demás”, seguido de un simpático demonio de color morado. Pues por lo visto, en una reciente foto del gobierno en pleno, el más simpático aún vicepresidente ha posado abrigadito con un chaleco idéntico al que en su tiempo usó Rajoy en El Hormiguero. Le han puesto verde.

Una tiene antipatía por el demonio mucho antes de que se tirara pedos en la Divina Comedia, Celestina lo conjurara para rendir a Melibea o retorciera la cabeza espantosamente a la niña del exorcista. También recuerda con escalofríos al bien amado de Iglesias Hugo ordenando festiva y arbitrariamente: –¡Exprópiese!– toda morada ajena que se le ocurriera. Por eso la broma le ha hecho la gracia justa, es decir, ninguna.

Y es que me enfada menos –que me enfada– Galapagar, el enchufe de la novia y hasta los oscuros episodios de Dina o el más reciente de la niñera. Lo que sí puede llegar a quitarme el sueño es esa ansia viva de apropiarse de lo privado, porque parece creer que lo público es suyo, ahora que manda tanto. Es como si le traicionara el subconsciente y dijera: Cuando acabemos con vosotros no os vamos a dejar en pie ni un símbolo. Y al momento pienso en las cruces.