Opinión | CARTAS AL DIRECTOR
Este no es mi cuerpo
Mi rey, lo eres todo para mí, eres lo más importante que me ha pasado en la vida. Lo repetía constantemente desde el momento en el que vio la luz su hijo. Al que le iba a llenar de todas las cosas buenas del mundo. Las cosas malas, las había, pero a su niño no le tocarían, de ello se ocuparía ella. El niño crecía sano, era un adolescente guapo, no bien parecido, era bello. Sucedió que con trece años su hijo apareció una noche a la hora de la cena vestido con un pantalón muy ceñido; su madre hasta ese momento no se había percatado. “Mamá, lo llevo puesto desde hace meses, en la tienda recordarás que me probé varios y elegí el más ajustado”. La madre, con la mayor de la delicadeza que era capaz, le preguntó si no estaría incomodo con tanta presión, sobre todo en ciertas partes. “Mamá, lo estoy, pero me aguanto”. Algo ocultaba su hijo y siguió preguntando, esta vez por sus clases en el colegio. “Soy una persona aplicada y las notas ya las conoces”. “Ya lo sé hijo, son muy buenas. Me extraña una cosa, que nunca me hables de tus compañeros”. “No lo hago porque ellos no quieren saber nada de los mariquitas”. Esa revelación la pinchó como el aguijón de la avispa sedienta de sangre. Tardó un minuto o alguno más en reaccionar. “Hijo, eres un niño, crecerás, te harás adulto, tu cuerpo se irá desarrollando, se irá transformando con el paso de los años, ese cambio es natural. Tú me preguntaste siendo muy pequeño dónde estaba tu papá, y yo te respondí que no lo tenías, que para que nacieras me ayudaron en una clínica dedicada a inseminar en el cuerpo de la mujer una semilla del hombre de procedencia anónima, por ello desconocemos de quién es”. “Mamá, ya tengo una edad para ver ciertas realidades, y una de ellas es que estoy metido en un cuerpo con el que no me identifico, quisiera tener melena, quisiera pintarme los labios, quisiera vestirme con ropa de mujer, quisiera no tener pelo en las piernas ni por el cuerpo, quisiera tener pechos, quisiera no tener pene, mamá ayúdame”. Se tomó un respiro y le respondió. “Hijo, el sexo es algo más que el que tenemos al nacer, estoy orgullosa de tu actitud, eres una persona contumaz, con las ideas claras pese a las adversidades con las que te encontrarás, pero las afrontaremos los dos. Siempre serás mi rey”.
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