Viernes por la noche y tanta restricción por los datos hace que en vez de buscar un plan prefiera quedarme en casa. Me quedo en casa, enciendo la tele y cojo el móvil, a los 10 minutos, sin saberlo, empiezo a practicar el doomscrolling.

No, no se trata de un nuevo ejercicio, no es como el yoga o el pilates, no es ninguna postura sexual (ya me gustaría…). El doomscrolling viene de la conjunción de dos palabras en inglés, el doom que significa “muerte” o “fatalidad” y el scrolling, ese nuevo hábito que ha traído consigo la tecnología y el uso de las redes sociales, el momento en el que deslizamos el dedo en nuestro móvil para seguir viendo el nuestro “muro” de Facebook, la pantalla mientras usamos Twitter o Instagram, e incluso, en el propio buscador de Google. El scrolling podría definirse, en pocas palabras, como “el deslizamiento infinito.”

Esto del scroll era algo que llevamos años practicando, podríamos hablar de él cada vez que decimos eso de “perder el tiempo” con el móvil. Pero el doomscrolling es algo más serio. No podemos pasar por alto que exista, es más deberemos ser conscientes de su existencia para poder pararlo.

Los algoritmos que se esconden detrás de las redes vienen a actuar de la siguiente forma: si una publicación te llama la atención y reparas más tiempo en ella que en otras, más aún si interactúas con ella… ¡voilá! A partir de ahí nuestros duendecillos dentro del móvil empezarán a ofrecernos información similar porque creen que es lo único que nos interesa. ¿Has reparado más tiempo de lo normal al mirar la imagen de una amiga embarazada? Esos duendecillos empezarán a ponerte imágenes de chicas embarazadas hasta el punto en el que piensas… ¿será una señal? Ya cuando Google te empieza a anunciar test de embarazo… tiemblas.

Explicado de una forma, espero, rápida y sencilla eso del scroll y de los algoritmos nos metemos en eso del doomscrolling o “deslizamiento infinito de fatalidad”.

Esto de la pandemia ha hecho que prestemos especial atención a titulares en los que se nos ofrecían cifras, comparativas, información sobre el covid-19 y… sin darnos cuentas nos hemos metido en una espiral fatídica de noticias negativas que empezaremos a consumir sin apenas apreciarlo. Precisamente eso, el no apreciarlo, hará que llegue a afectarnos psicológicamente. Ver noticias negativas a todas horas todos los días nos afecta directamente y de una forma súper agresiva. Esto del doomscrolling podría compararse con aquello que denominamos personas tóxicas. No nos damos cuenta de que existe, aún menos de que la tenemos cerca, pero afecta directamente a nuestra psique y de una forma directa a nuestro estado de ánimo y, finalmente, a nuestra salud.

Nuestra primera reacción, además de quedarnos algunos segundos más enganchados a la misma publicación, es la de comentarlo con nuestros allegados. Comentamos las cifras que no son cifras, comentamos el número de personas que ya no están, terminamos hablando de política y de cómo podría hacerse mejor. Seguimos con las tardes de apatía y desgana, con días enteros en los que no salimos de casa y pasamos aún más tiempo practicando doomscrolling. Y, sin saberlo, puede que te haya llevado incluso a, por ejemplo, una depresión.

No, no estoy exagerando. Cuando los únicos impactos que tenemos durante todo el día son negativos nuestro carácter se agría, hasta tal punto que nos encerramos en nosotros mismos (nosotros + nuestros móviles) e “inventamos” una ensalada de emociones en la que el aburrimiento, la tristeza, la amargura y el enfado son los ingredientes principales. Unos ingredientes que nos llevan a otras emociones como la ansiedad, la confusión, el disgusto, e incluso, el miedo.

No, no estamos bien. Casi nadie lo está. Estamos viviendo algo para lo que no estábamos preparados, algo que nos ha robado un año, algo que nos sigue desgastando cual guerra de trincheras. Estamos cansados, estamos tristes, estamos enfadados. Lo estamos. Y gran parte de la responsabilidad la tenemos nosotros mismos. Somos responsables, no solo de no contagiarnos manteniendo las distancias y poniendo las mascarillas de forma correcta, somos responsables de caer en la espiral. En este segundo punto lo somos sin ser conscientes y como con la mayoría de los problemas en los que la solución está de nuestra mano, la solución comienza reconociendo el problema. Y en esto del doomscrolling la solución técnica es muy sencilla, fijarnos en publicaciones positivas, interactuar con publicaciones positivas… Un like o un comentario puede romper esa espiral fatídica de sobreinformación negativa. Demos likes a publicaciones de piscinas infinitas en las que pronto disfrutaremos junto a familiares y amigos, comentemos publicaciones que nos hagan soñar con una botella de champán para, por fin, brindar por el fin de esta pandemia. Convirtamos ese doomscrolling que han preparado para nosotros en nuestra wish list para cuando nos sintamos de nuevo libres, para cuando no haya cifras que comentar. Seamos conscientes del algoritmo y modifiquémoslo a nuestro antojo. Seamos dueños de nuestras inquietudes.

http://anaortizpsicologa. blogspot.com.es/