La Encuesta de Población Activa de 2020 arroja los peores registros desde 2012: la tasa de paro se sitúa en el 16,13 por ciento, lo que supone la destrucción de 622.600 empleos, con 527.900 desempleados más que en 2019. Los datos son terroríficos: los hogares con todos sus adultos en paro aumentaron un 18 por ciento y el paro juvenil se disparó diez puntos, hasta superar el 40 por ciento. 2020 mandó al garete siete años seguidos de reducción del desempleo y seis de creación de trabajo neto.

Pero a pesar de esos datos, que deberían considerarse catastróficos, el Gobierno se felicita de que en el último trimestre de 2020, la evolución del empleo haya sido mejor que el tercer trimestre, con algo más de tres mil parados menos, hasta los 3.700.000, y 167.000 ocupados más, hasta los 19.340.000, entre los que se cuentan los trabajadores que no trabajan pero cobran por Erte, unos 700.000. El Gobierno parece dar preferencia a esos datos parciales, que apuntan un muy tímido repunte, pero en términos anuales, la población activa se ha reducido en 95.000 personas, que no sólo no trabajan ya, sino que incluso renuncian a encontrar empleo y dejan de buscarlo, lo que explica la paradoja de que la destrucción de puestos de trabajo sea superior al incremento del paro. Además, la caída del empleo se produce a pesar de que las administraciones públicas usaron recursos extraordinarios en Educación y Sanidad para contratar personal que hiciera frente a la pandemia. Hoy hay más trabajadores públicos que a principios de año, pero menos actividad económica privada que pueda sostener la recaudación fiscal. En cuanto a Canarias, con 112.800 empleos menos, es la región española que pierde en proporción a su población más empleo y sólo es superada por Cataluña.

Podría decirse que los datos de la EPA son apabullantes, pero ni con esas: el Gobierno Sánchez sigue empeñado en su propaganda. El ministro Escrivá adelantó el miércoles los datos favorables de la EPA, ocultando los desfavorables, y descalificó la corrección del FMI de las previsiones económicas españolas para 2021. Dijo que pueden resultar útiles para saber por dónde irán las tendencias económicas en el mundo, pero las que se hacen para países concretos no son precisas, porque el organismo creado por Naciones Unidas para estimular el buen funcionamiento de la economía mundial, sólo tiene una o dos personas dedicadas a España. Desde luego, una o dos personas es muchísima menos gente de la que trabaja preparando las previsiones del Gobierno español, aunque el FMI suele acertar bastante más que el Gobierno en sus pronósticos sobre la economía nacional, quizá porque mira el futuro con más distancia y menos implicación. Cree el ministro que “la cosa aguanta” y que la economía y el empleo no están tan mal por la pandemia como parece. Y adelantó que aunque aumente el paro, este enero se producirán 20.000 nuevas afiliaciones a la Seguridad Social.

“Los datos sobre el paro están muy inducidos por nuevas personas que se incorporan al mercado laboral y no son tan interesantes para conocer el crecimiento del empleo”, dijo Escrivá. Suena raro lo que dijo, pero él debe saberlo mejor que nadie, porque seguro que tiene a mucha gente trabajando en eso. Lo que no sé es qué opinarán de lo que dice el ministro los parados.