Pandemia y cientos de muertos, cadáveres de niños en el fondo del mar, temporales, destrucción empresarial, paro estratosférico, incertidumbre y agonía, y lo único que faltaba es Santiago Abascal, el fachita que ni se reconoce como ultraderechista, para animar el ambiente. Porque Abascal finge reírse mucho de los progres, pero no tiene arrestos para admitir lo que es. Activistas es lo que menos necesita ahora mismo este país. Lo que urge son políticos prudentes y honestos, gestores eficaces y eficientes y ciudadanos responsables y comprometidos. Los activistas que se la vayan a cascar y no regresen hasta que podamos permitirnos el lujo de soportarlos.

Aunque, por supuesto, Abascal nunca ha participado en ningún activismo. Como es conocido siempre se las ha arreglado en encontrar acomodo en despachos de artilugios políticos y administrativos del País Vasco y Madrid, donde jamás ha hecho otra cosa que cobrar una pasta. Después de romper con el PP montó Vox. El partido de Abascal propone una impugnación inequívoca del modelo de democracia parlamentaria tal y como se define en la Constitución de 1978. No les importaría que existiera una cámara legislativa pero cerrada a cal y canto a socialistas, comunistas, nacionalistas, separatistas y demás ralea mientras todos los aparatos del Estado trabajarían para la recuperación y actualización de los valores de una moral nacionalcatólica. Vox es una añoranza del franquismo que no se atreve a ser un populismo ultraderechista posdemocrático.

Abascal ha metido la mano en Canarias a ver si saca un puñadito de votos. Ha afirmado que en Canarias se mastica miedo. Miedo en las casa y en las calles. Como tantos cobardicas, su lenguaje, es el lenguaje de un xenófobo que solo insinúa su obsesión. Porque lo que quiere decir Abascal es que los canarios temen ser agredidos por los migrantes retenidos en Canarias por un Gobierno mentiroso, cruel e incompetente. Los isleños no estamos encerrados en casa por miedo a los negros, ilustre totufo, doncel de la patria doliente, perfume macho de correaje, pólvora y Soberano. Vox tiene dos diputados elegidos en Canarias, uno por cada provincia, pero son silenciosos como gatos de escayola en este como en cualquier otro asunto que afecte a las islas. No hay un análisis, una propuesta, una oferta programática sobre o para Canarias. No la tienen y les importa un carajo. Tienen el miedo. Todo el cuajo de nuestro miedo, nuestra desconfianza y nuestro odio. No desean nada más. A Vox le basta con el miedo de los canarios y las peores reacciones que la incertidumbre, los prejuicios y la estupidez pueden producir. Ese es su alimento. Ese es su objetivo. Como todo fascismo grande o pequeño, pactista o brutal, germinal o terminal. Lo que comen es lo mismo que lo que nos brindan para comer: mierda.